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7 de noviembre de 1907.- Muere Jesús García Corona "El héroe de Nacozari"



A la edad de 18 años, Jesús entró a laborar en las minas de cobre de la región, fue asignado -por su corta edad-, a las cuadrillas de reparación de vías con el puesto de aguador. Con el tiempo escaló de posición, hasta llegar a darle servicio a las locomotoras de vía angosta, las que hacían el recorrido Nacozari–Pilares, para transportar el mineral a la concentradora instalada en Nacozari. Poco a poco ascendió a fogonero y, en 1903, a maquinista, cuando el puesto lo abandonó un técnico estadounidense.


En 1901, con veinte años, ya tenía las habilidades suficientes para ocupar el cargo de ingeniero de máquinas, a pesar de no contar con estudios formales. Así, Jesús García Corona sería el primer mexicano en desempeñarse como maquinista y logró, con éxito, llegar a ser ingeniero de máquinas. Transportaba el producto de las minas y a los trabajadores.


El 7 de noviembre de 1907, García Corona alejó con heroísmo un tren cargado de dinamita que pudo estallar fatídicamente en el pueblo de Nacozari, Sonora. Se le había ordenado hacerse responsable de los tres viajes programados entre el pueblo de Nacozari y la Mina de Pilares. Era un recorrido de apenas cuatro kilómetros. Para asegurar la quema del carbón, la locomotora debía contar con un contenedor donde las chispas eran sofocadas con mallas. La máquina realizó sin complicaciones el primer trayecto. Cuando iba de regreso por más carga, un mensajero abordó el tren a la altura de “El Seis” para avisar a Jesús García que se necesitaba llevar más explosivos a la mina, diez toneladas de pólvora que se usarían para una ampliación.


En Nacozari, Jesús García dejó a los ingenieros el trabajo de acomodar los vagones, dos de ellos cargados con explosivos, los que por error fueron colocados indebidamente junto a la máquina. Jesús aprovechó para ir a comer y al volver se percató de que el encargado de mantener la presión del vapor de la máquina se descuidó y ésta había bajado. Jesús y su fogonero, José Romero, reavivan el fuego con leña, hasta conseguir una presión de 140 o 150 libras.


Esto provocó la distracción de los ingenieros y un error aún más grave: la dinamita colocada por los trabajadores en los dos primeros carros, junto al motor de combustión, provocó el fuego en una de las góndolas con la dinamita transportada, situación que descubre Jesús, quien lo comunica a su fogonero; en ese momento.


García Corona toma la valiente decisión de avanzar con el tren hacia campo abierto, donde la explosión no mataría gente. Para ello, aumenta la velocidad, mientras grita a sus compañeros que salten del convoy para quedarse solo. Ya lejos de la población, la dinamita explotó y destrozó el convoy y al maquinista.

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