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Cafeteando Por: J. C. Krausse

Juárez soy yo.-

A unos días que se recuerde, un año luctuoso más del Benemérito Benito Juárez, el nuevo prócer del Siglo 21, Andrés Manuel López de Santa Anna, reencarnación de la Divina providencia y héroe de mil batallas, se encuentra en el panteón de San Fernando en una visita de carácter espiritista, para platicar con el indígena zapoteca Benito Pablo, que llegó a ser presidente creador de las Leyes de Reforma y vencedor de la intervención Francesa.

“Choco, Choco, Choco, prende el incienso, las velas, pon la tabla Quija, voy a dialogar con mi mentor Juárez de Oaxaca”, le ordena un Tlatoani tropical en trance. “Mi chamán Andrés, lo que usted ordene, ya está la ceremonia, levite con su traje de levita y su sombrero de copa… ¿Qué le dice su amigo, el Juárez de Guelatao?

En la sesión Espiritual, un Sacerdote Andrés Manuel, en estado de hipnosis escucha una voz, que le susurra al oído… ”Andrés, el más pequeño de mis hijos, has lo siguiente: si la Refinería de Dos Bocas no refina nada, tu convierte el agua de mar en gasolina, cómo Jesús el agua en vino en su primer milagro, convierte en santos a los mártires jesuitas y no te pelees con la iglesia; regala el avión al Papa Francisco y obtendrás una bula de Salvación; y a Biden en tu próxima visita llévale chocolates Rocío, dile que si a todo, él sabe que le abres las puertas de Tapachula y la inmigración está en sus fronteras; consiente a tus corcholatas, Claudia, Marcelo y Adán del Edén… Y a la oposición sigue fustigándola desde el púlpito de las mañaneras; si cumples con lo que te digo tendrás un lugar en el panteón de los hombres ilustres y, reposarás a mi lado...”.

Ante la revelación, el hijo pródigo de Macuspana, su tez se transformó en color blanco, un báculo sostiene su cuerpo encorvado, se le vinieron los años encima, la banda presidencial reluce ante las sombras de la noche. Un Choco asombrado, no da crédito a lo que ven sus ojos, es Moisés, es Abraham, es Napoleón, es Juárez, es la 4ª Deformación… Es Andrés Manuel el inmaculado, es el Pueblo, es la Patria, es la Nación… Es Benito reencarnado.

Un fiel asesor, en la turbulenta noche de revelaciones, cae de rodillas ante la esfinge de sal, del que quiso pasar a la historia como el mejor presidente de México y la realidad, lo destruyó...

Caminando por la izquierda: Tirar la estatua de la libertad, ¡ocurrencia delirante!




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