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Cerca del Final - Por: José Ramón Flores Viveros.

El Final.-

II y última parte.



Ha sido de los pocos elogios que me han logrado sacudir. Gracias a esta persona, pude creer, que quizá, solamente quizá, mi columna, tenía un contenido digno de ser leído. Hasta donde se encuentren Edvino y el Sr. Newman, mi gratitud y recuerdo permanente.



Esta decisión de poner fin a esta columna, data de 2019. Incluso elaboré una columna, con el mismo título Cerca del Final. Metafóricamente anunciando la desaparición de la colaboración. Quienes me publican, no dieron acuse de recibo, ni me preguntaron el porqué del título, probablemente lo interpretaron como un error. Estas últimas semanas de junio, julio, con mucha tristeza y muchas dudas, finalmente decidí darle cristiana sepultura a Cerca del Cielo.


No es fácil decir adiós a algo o a alguien, admitirlo -en lo que sea-, ser honestos con nosotros mismos. Esto me lo dijo alguna vez el alpinista internacional Héctor Ponce de León. Hoy este es mi caso, y debo de ser honesto conmigo mismo. Creo que el objetivo se cumplió. Cuando decidí compartir mis experiencias en una montaña, donde siempre establecí, que lo hice siempre, no como montañista, sino como una práctica para poder reconocerme tal cual soy, una persona, con muchas limitaciones físicas, pero sobre todo limitaciones emocionales, que me llevaron a ser víctima de una adicción nefasta.


La montaña realizó conmigo un trabajo excepcional en el terreno psiquiátrico, se convirtió en un puntal para mi recuperación. Dios hizo un auténtico milagro al mostrarme el camino de la recuperación a través de los grupos de Alcohólicos Anónimos, esto fue definitivo. Ir subiendo la montaña, al filo del peligro, temblando sin control, presa del miedo a resbalar sobre el glaciar, fortaleció la determinación de no regresar al infierno del alcohol.


Sin drama alguno, esto es un hasta pronto.


En una próxima y definitiva columna especial será de reconocimiento a quienes amablemente siempre le dieron un espacio a esta columna. Debo de ser agradecido con ellos, a mi actual corrector de estilo, el destacado periodista uruguayo Ramiro Priscal, quien lo hace desde Montevideo, y sobre todo, con quienes brindaron su valioso tiempo para leer Cerca del Cielo. Mi gratitud eterna.


Hubo comentarios muy alentadores de los cuatro lectores de la columna, todos valiosos, pero hubo uno muy padre, lo tome, raro en mí, de manera constructiva. Fue un reclamo, “¡Ramón, tu columna tiene muchos errores, pero con todo y estas fallas, me gusta leerla!”.








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