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Cuarto Acto - Por Alejandro García Rueda

En los zapatos de Ragnar.-



Cuando tú le preguntes a una persona por la opinión que tiene de alguien más, seguramente responderá describiendo sus atributos, pero también puntualizará sobre algún aspecto negativo. A esta información condensada la llamamos ‘imagen política’ y es en este campo de acción que se busca transmitir un mensaje coherente entre lo que se muestra, lo que se dice y lo que se hace.


Hoy se puede echar mano de diversos recursos estratégicos, algunos de ellos muy simples para hacerle ver al mundo que somos accesibles; que lo nuestro es el trabajo y el compromiso; pero también que tenemos tatuado en el ADN el ser alegres, festivos o apacibles. En dicho caso vestir una camisa con la manga arremangada ayuda muchísimo.


No hay nada como la ficción histórica para ejemplificar lo que aquí se expone y de entre todos los protagonistas de las series más recientes destaca Ragnar Lodbrok (o Lothbrok), un granjero vikingo que muere siendo un rey.


La imagen política de Ragnar es la de un líder que supo integrar una gama de recursos con naturalidad, potenciando su personalidad e imagen política. Ante su pueblo, logró proyectar atributos como seguridad, autoridad y congruencia, variables que definen, si se percibe, a un político como una persona capaz.


Ahora bien, cada persona tiene un ‘anclaje simbólico’ particular, que es aquello que logra una identificación con audiencias clave y hay que tener mucho cuidado con ello porque cambiarlo de golpe solo podría traer contradicción.


Un buen ejemplo de anclaje simbólico está en este personaje creativo, inconforme y con sed de conocimiento, pero también está en Barack Obama, quien llegó a vestir camisetas con mensajes reivindicativos para llamar la atención sobre temas relevantes.


Bien llevada, la imagen política es sinónimo de oportunidad. Ragnar es un líder fascinante porque es un hábil lector de la situación que tiene por delante, lo cual le otorga credibilidad y confianza.


Recuerda: No hay, dentro o fuera de una serie, nada más peligroso que alguien capaz de replantear el curso de las cosas. Y es que el político de hoy puede tener cara de regidor, síndico, alcalde, gobernador o presidente pero ¿Qué pasa si su respuesta es parroquial y no espontánea?


El anclaje simbólico puede ser parte de la vestimenta, también el peinado o la corbata, incluso el característico "gallito" en el cabello, asociado con quienes independientemente del atuendo buscan ser simplemente más eficaces en su trabajo.


El Ragnar de la ficción estaría liderando al mundo real porque siempre estuvo harto de visitar un territorio ampliamente explorado (anti política), porque su capacidad de comunicación le llevó a luchar, como uno más, en primera línea con sus hordas y urdió estrategias con el suficiente tiempo para ir más allá de sus rivales.


La pandemia por COVID-19 puso de relieve la necesidad de nuevos liderazgos y la pregunta es ¿Quién aceptará el reto de estar en el calzado de Ragnar?

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