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Cuarto Acto - Por: Alejandro García Rueda


Enfoques errados.-


Para mostrar verdadera superioridad no es suficiente la valentía; hay que estar organizado. A la ventaja decisiva, la que conduce a la victoria, se le llama táctica y parece que no logran entenderlo en la oposición.


Obsesionados con su verdad, se rehúsan a actuar y pensar como el rival, pensando que la disciplina y el adiestramiento ideológico bastan para vencer sin dificultad, pero se equivocan. La clave no está en pavimentar el camino con piedritas que son fáciles de quitar o en abrir distintos flancos para ver cuál hace mayor daño, sino en la combinación de estrategias.

Caminar en tres carriles.- Su dominio de la situación, es algo frágil y sorprende que hasta ahora no hayan encontrado la fórmula ideal para recuperar espacios. Sorprende que invirtiendo en materia de comunicación, a nadie se le haya ocurrido avanzar en tres carriles pero bajo una sola bandera. Es curioso que la derecha, de tradición humanista no se vea como tal, cuando puede desdoblar el pergamino de las condenas o los agravios y reiterar que el rumbo de México puede ser totalmente distinto.


¿Siguen dormidos entre sábanas de exceso de confianza y sueños de revancha? Han pasado tres años de este sexenio que padecen y no se ve a ninguna figura política posicionando la idea de un triunfo inevitable o de que su regreso no significa un peligro. A la izquierda se le combate desde la izquierda. Ya no funcionan las encuestas que colocan a los contendientes arriba porque hoy la gente está con quien tiene conciencia social, con quien luce cercano; con quien puede platicar en la cafetería o con quien no le da pena cantar las mañanitas como cualquiera.


Hoy el mexicano cree en personajes que genuinamente acuden a la barbería o al salón de belleza, en seres dotados con la capacidad de contar un chiste mientras contemplan el horizonte o quienes están dispuestos a comer cambiando el vaso de cristal cortado por uno de unicel, el plato de porcelana por el de plástico y los cubiertos por unos desechables. Haría falta, entonces impulsar a un personaje que no inspire temor, que sea reconocido por sus convicciones firmes y sea familiar.


En la agenda, hay temas que oprimen a los ciudadanos y pueden avivar la resistencia, pero siguiendo ese sendero serán derrotados sin demasiados problemas. Hay batallas que sería mejor guardarlas para después. Si la derecha no crece es porque piensa en sí misma como la única verdad y recurre a especialistas que estén alineados a su punto de vista pero para oponerse al avance de la Cuarta Transformación se necesita aprender de sus tácticas y conseguir respaldo.


¿Se le ha ocurrido a las grandes mentes que tienen detrás, el demostrar a otros actores políticos con acciones, que no deben temer a represalias? ¿Han entendido que en esta coyuntura todos deben caber en su proyecto? ¿Si realmente están dispuestos a hacer lo que haga falta para ganar?


Si para eso hay que aceptar a simpatizantes, militantes y a impulsores del actual gobierno, postular a ex morenos a puestos de elección popular; aliarse con otras fuerzas políticas o impulsar como candidatos a actores, cantantes o futbolistas no debería haber ningún problema. La meta de la oposición no debería estar en ganar votos sino en perder el veto impuesto por la ciudadanía.


Echar a andar una idea como ésta permitirá a los más fieles, ver únicamente lo que pasa en el primer y segundo carril. Ya habrá tiempo, en lo sucesivo, para construir justificaciones para el tercero. Tanta ha sido la inversión en materia de comunicación ¿y a nadie se le ocurrió que con la ayuda de nuevos fichajes, pese a ser ampliamente cuestionados, podrían llegar a los indecisos?


Sorprende mucho que esas mentes dedicadas a vender una imagen cálida de este bloque no logren articularse para que los indecisos no volteen a ver lo que ofrecen otras opciones.

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