Las personas nunca mueren, solo se van de este mundo físicamente.
¡Hola, amigos lectores! Deseo se encuentren bien de salud junto con sus familias. En esta ocasión redacto con sentimientos encontrados, ya que el perder a un ser querido es algo irreparable.
Quiero dedicar este espacio a la memoria de mi tío Arturo Díaz Aduna, quien por muchas ocasiones estuvo detrás de esta columna, apoyándome con sus asesorías.
Por un lado me abarca la nostalgia al saber de su ausencia, sin embargo, me quedo muy agradecido por sus enseñanzas, sus sabios consejos y sobre todo, sus muestras de cariño y aprecio. Para mí, él fue ejemplo de lucha y trabajo incansable, interesado por el bienestar de su pueblo y de los jubilados y pensionados. Sabía transmitir su afición por el béisbol, encabezaba la banda de guerra de Las Puentes y muchas cosas más en las que dejó huella.
Algo que lo clasificaba era que le sonreía a la vida a pesar de las adversidades.
Tengo presente una frase que me dijo: “Mijo, échale pimienta y no te rajes”. De esta manera, les invito a disfrutar de cada momento y a aprovechar a quienes nos aprecian y apreciamos, porque todo pasa en el momento menos esperado.
Con cariño y respeto, los recuerdos siempre se quedan. Cuídense mucho… nos leemos en la próxima.
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