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Desde Teocelo - Por Angeheca



La celebración de las Fiestas Patrias por la “Independencia” de México es de las más grandes e icónicas por el grito: ¡Viva México! Y todos los ciudadanos nos enorgullecemos de gritarlo con entusiasmo y alegría.


Sin embargo, en la bruma que se genera entre tanta información, falsa y verdadera, el grito también se convierte, aplicado al presente, en una ambigüedad.


Por un lado, se les enseña a los niños a gritar con pasión frente al Palacio Municipal para conmemorar el inicio de, la Independencia de nuestro país y con ello, la preciada libertad que se tiene, y por ende esta práctica se lleva a la vida adulta, sin el análisis requerido.

Cierto que es patriótico sentirse orgulloso por nuestro bello país que es México, pero por el otro se debe evaluar, y actuar en consecuencia, que México está en un puesto muy alto de corrupción, tiene índices altos de violencia, los recursos públicos son utilizados absurda, ridícula y descaradamente por los funcionarios públicos e incluso por quienes ni ese nivel tienen, pero así se sienten.

Es un país donde se prefiere callar ante un problema vecinal para “evitar problemas”, donde las necesidades básicas de la población no son garantizadas por los Gobiernos y donde el respeto a las leyes y a las personas no parece ser prioridad de la mayoría, esto merece una exhaustiva reflexión.

Quizá sea el momento de replantear el grito, por uno de justicia y respeto a las leyes, pero también por el cambio de actitud del ciudadano que debe cumplir con sus obligaciones para ser un buen patriota.


No se debe permitir que, sobre todo los jóvenes, crean que el país o el municipio está bien como está, que falta mucho trabajo y falta quejarse más por los derechos propios y los del vecino, que es un acto digno en un país libre y culto.


Para dar un ejemplo chusco, en septiembre algunos vehículos de transporte público le ponen banderas a la unidad, pero la unidad no tiene placas, el chofer no tiene licencia y las autoridades no ponen orden.


Como sociedad se debe entender que muchos de los problemas no sólo son por la incapacidad, corrupción y falta de recursos en el gobierno, sino que los propios ciudadanos generan los males que aquejan a todos, y la mitad del problema está al alcance de la mano de la propia población.

Estas observaciones, no quieren decir que no se esté orgulloso del país que nos ve nacer y crecer, sino que es posible uno mejor, uno que puede competir con la calidad de vida de Dinamarca, con la abundancia de recursos naturales e historia, donde en lugar de decir, “quiero vivir en Europa”, se diga; “quiero vivir en Teocelo, porque ahí se vive bien”.


Si la premisa anterior pareciera cómica o inalcanzable, tal vez no tendríamos derecho a colgar la Bandera en casa ni sentirnos orgullosos de nuestra tierra, porque se le está dando por perdida.


Por el contrario, si se cree que es posible, lo más probable es que sea parte de esa gran mayoría de la población que quiere, y sabe que es posible, un mejor Teocelo y un mejor México, donde el grito represente el modo diario de vivir: ¡Viva México!








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