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DESDE ZIMPIAHUA (In memoriam) - Por Joaquín Alcántara Ceballos


Gratitud a Chelito.-






En mi infancia, era frecuente escuchar a mi abuelito, el Mayor Alcántara, en la Hacienda Zimpizahua decirle a sus visitas "Reto" del colombiano Julio Flores. Después, con los años, era mi padre don Joaquín, quien a sus amigos deleitaba con su plática y su poema favorito "Elogio a una vida sencilla" del español Peeman.


En aquél tiempo, cursamos la primaria en el Colegio México de Coatepec, Veracruz, fue ahí donde la Maestra Chelito con dedicación, paciencia y entrega nos inculcó el gusto por la poesía. Famosa en la región fue la Estudiantina del Colegio, dirigida estupendamente por la apreciada Chelito, en donde muchos compañeros y amigos aprendieron a tocar guitarra, mandolina, otros acordeón, pandero y unos pocos fueron, gracias a su educada y talentosa voz, solistas; cantaban de maravilla.

Al egresar de la primaria continuamos leyendo poemas y participando en los concursos estatales representando a la famosa Técnica 3 de Xalapa.


Los lugares alcanzados en dichos encuentros es lo de menos. Pasaron los años y leer poesía se convirtió en un pasatiempo favorito, en algo que nos apasiona y nos vuelve distraídos frente al entorno.


Con el tiempo vinieron las invitaciones a declamar en uno y otro lugar, fungir como jurado en algún concurso, como aquellos en los que participé cuando niño.


Un invaluable tesoro es la carpeta dónde guardamos nuestros poemas selectos de diversos poetas hispanoamericanos como Benedetti, Neruda, Buesa, Julio Flores, Díaz Mirón, Sabines, Blanco Belmonte; obviamente no podía faltar nuestra poetisa María Enriqueta, la misma Consuelo Ramírez y varios más.


Vamos, la poesía le ha dado sentido a nuestra existencia.


La abogacía, la arquitectura, la ingeniería y demás profesiones y oficios le sirven al hombre PARA vivir, en cambio la poesía es POR lo que vivimos. Es el amor, la esperanza, el desamor, el odio, la ilusión, la gratitud, la pasión. La poesía nos transporta a escenarios interiores a veces desconocidos, nos hace vibrar y también llorar, nos hace sentir la vida y vivirla con mayor intensidad.


Es por todo lo anterior, que estas líneas sean para expresar la profunda, inmensa y eterna gratitud que le guardo a la maestra Chelito, Consuelo Ramírez, quién al enseñarme a declamar me abrió las puertas del maravilloso mundo de la poesía.


Puedo escribir anécdotas sobre el oficio de decir poesía pero será en otra ocasión que el espacio lo permita. Mientras tanto nos despedimos con las palabras que nos unen como ciudadanos de un lugar mágico, nuestro país.


Viva México señores Ajuuuuaa!!!









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