top of page

EDITORIAL




En esto que llaman política, la sociedad ha evolucionado y los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información, hacen que la gente se entere, en tiempo real de cualquier acontecimiento. La rapidez con que fluyen imágenes, audios y multimedia, han generado un inesperado avance en la globalización. Nada queda oculto. Todo se sabe. No hay secretos. Todo en la nube.


La hegemonía que ejerció el partido en el poder durante más de seis décadas, obedeció en parte a que se podían ocultar decisiones o acciones. La gente ignoraba lo que hacía el gobierno y daba por hecho que todo estaba bien.


Mucho se recuerda la campaña presidencial de 2000, cuando Vicente Fox arriba al poder siendo candidato del PAN. Fue un fenómeno mediático. Un tipo en mangas de camisa ocupaba todos los espacios visuales y auditivos, señalando valientemente las irregularidades del gobierno. Con esa imagen de ciudadano común lograba sacar al PRI de palacio nacional e iniciaba una nueva era en el país. Fue la primera vez que vimos una transición pacífica en el siglo pasado.


Pero hubo un fenómeno fundamental que fue lo que logró ese histórico triunfo: el hartazgo social. La gente estaba harta del PRI, del priismo, de los priistas que ya se habían convertido en sinónimo de corrupción, robos, saqueos, fortunas inexplicables, etc. La gente votó por un cambio y Fox era la única opción verdadera con una imagen arrasadora. Tras dos sexenios panistas, nuevamente el PRI regresa al poder con Peña Nieto. La sociedad señala acuerdos y complicidades. Se empieza a hablar de “prianismo” y de que dichas transiciones estaban pactadas. Que era más lo mismo. Vuelve el hartazgo y la exigencia de cambio.


Años después, en las elecciones de 2018, López Obrador triunfa de manera indiscutible con una votación histórica y sin precedente. Luego de casi veinte años de campaña, de denuncias, de exhibir al gobierno de defender a los pobres, de prometer lo que nunca se había hecho… gana la Presidencia de la República.


Nuevamente el factor fundamental es el hartazgo social. La gente estaba hasta la corinilla de PAN y PRI. Escándalos corrupción, partidas secretas, etc. No más priismo no más panismo. La gente se volcó en las urnas por un proyecto diferente.


Ojo. En cada campaña no se puede omitir la gran cantidad de recursos de por medio a fin de convencer y obtener votos. Incluso toda la maquinaria institucional y los presupuestos oficiales. En ambos casos operaron a favor del partido en el poder. Aun así. Perdió Zedillo con Labastida como candidato ante Fox, y perdió Calderón con Josefina ante Peña Nieto. Y perdió Peña con Meade ante López Obrador.


La sociedad es la que manda. La sociedad es la que decide, incluso sobre el aparato gubernamental y la gran cantidad de recursos. Aun sobre las toneladas de dinero que se reparten. El hartazgo pesa, no por el tiempo sino por las atrocidades. Por lo tanto, lo que cuenta es el voto libre y secreto. Razonado y sin presiones. Y sobre todo con un árbitro imparcial y confiable.




Коментарі


bottom of page