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EDITORIAL


En días pasados escuchamos una expresión, por parte de unos destacados ponentes en una conferencia presentada en una prestigiada universidad, la cual causó sorpresa, preocupación y una profunda reflexión sobre la realidad nacional. La expresión fue: “Estamos en una Emergencia Nacional”.


Dicha expresión, en el marco del tema de la conferencia, toma mayor realce ahora que se vive una seria crisis política en la presidencia de la república, luego de que trascendiera el hackeo (violación) del sistema informático del ejército, y la salida a la luz de información muy delicada, que tiene que ver con la seguridad nacional.



Los miembros de Guacamaya, señalaron en un comunicado que su misión es la “reivindicación social” al evidenciar la corrupción y el poderío militar en América Latina. Comenzaron hackeando al Estado Mayor en Chile, luego El Salvador, Perú y Colombia. Después pusieron a disposición de periodistas y académicos información de la SEDENA en México. Extrajeron más de 400,000 correos electrónicos con toda clase de información de alta sensibilidad: desde el verdadero y grave estado de salud del Presidente, hasta detalles desconocidos del tristemente célebre operativo militar conocido como “Culiacanazo”, donde el mismo Presidente ordenó la liberación del hijo del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán.


“Todo lo que se dice ahí es cierto”, admitió AMLO a la mañana siguiente.


Lo más grave no es la salud del presidente, por mala que esta sea. La exposición de sus reportes médicos secretos es sencillamente el ejemplo emblemático de los alcances del hackeo. Lo más grave es lo que este hecho histórico pone en evidencia: la vulnerabilidad del ejército y la corrupción en el gobierno.


La SEDENA permitió la más grave vulneración a la seguridad nacional en la historia del país. Hoy los datos del personal militar y de inteligencia que tiene el Ejército son públicos. Parece que la omnipresencia del Ejército en la vida pública no fue suficiente para detectar al enemigo irrumpiendo en su casa, cuando son ellos quienes deben protegernos a todos los mexicanos.


Minimizar la más grave vulneración a la ciberseguridad de México no es como debe reaccionar un jefe de Estado, quien dijo que no habría investigaciones, en vez de anunciar un plan de contención o exigir un programa de reforzamiento a la ciberseguridad y hacer una exhausta rendición de cuentas ante la verdadera dimensión del problema que hoy enfrenta.


Lo que se ha presentado hasta ahora es solo una muestra y preocupa dimensionar lo que viene. No se sabe dónde va a parar esto, pero queda claro que el gobierno de López Obrador no está preparado para ello ni parece tomárselo en serio.





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