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Cerramos el 2022 con esta última edición de Semanario ESPRESSO. Termina el año y concluye un ciclo. Tratemos de que el que inicia en breve, sea mejor.
Las reflexiones obligadas de fin de año invitan a hacer un balance personal y laboral, pues todo cierre conlleva una evaluación. Analizar el resultado de nuestra vida en términos generales, es la manera de aprender de los errores, salvar los aciertos y reposicionarnos para lo que vendrá en la nueva etapa que se inicia el 1 de enero.
Es gratificante y alentador alcanzar lo que nos proponemos, pero debemos ;comprender que la vida también juega sus cartas: si una meta no se alcanza, no necesariamente es por falta de capacidad o de dedicación. A veces tenemos viento a favor, y otras en contra, no siempre se puede ganar.
Las reflexiones de fin de año pueden resultar balances sanos y hasta reparadores si los hacemos del modo correcto. El objetivo es aprender a partir de lo ya realizado. Jamás podemos echar atrás las agujas del reloj; lo hecho, hecho está, y no hay nada ni nadie que pueda cambiarlo. La vida es una toma de experiencia constante, y reflexionar sobre eso, cumple la función exclusiva de poder proyectarnos mejor en el futuro, para no tropezar con la misma piedra.
Aunque los resultados de nuestro arqueo no sean los esperados, evitemos desanimarnos. El objetivo de la reflexión es alcanzar un impulso para recomenzar con todo el siguiente año, tratando de que esta nueva etapa que comienza sea más prometedora; si deseamos y trabajamos para ello, los logros llegarán.
Lo sustancial es que cada año lo vivamos como un nuevo comienzo, una nueva oportunidad, y eso siempre resulta esperanzador. Nacen nuevos sueños, otros se actualizan. Se generan proyectos diferentes, ideas y metas nuevas. Con trabajo y perseverancia, seguramente alcanzaremos la mayoría de nuestros propósitos.
Nunca hay que olvidarse que un año termina para que empiece otro. Esta idea de re comienzo fusionada con la noción de continuidad, implica no tener esa sensación de incertidumbre de comenzar de nuevo. El año entrante no es una página en blanco, no hay que empezar de cero, se pueden producir cambios pero también afianzar logros en la continuidad del trabajo que se ha realizado bien en períodos anteriores. Sólo termina el calendario, los procesos continúan.
Apostar a un proyecto sensato y a objetivos claros, acordes con nuestras posibilidades y realidad, parece ser una de las claves para proyectar y no fracasar.
Si los sueños y las esperanzas se encuentran y se suman con el esfuerzo y la perseverancia, no hay motivos para no alcanzar el éxito.
Sin olvidarnos, desde luego, de poner la fe, en todos nuestros proyectos. En resumen: fe, optimismo y acción.
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