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EDITORIAL

Lo que sucedió la madrugada del sábado 29 de abril, en el pleno de la Cámara de Senadores, es cuestionable. Desde el viernes 28, los senadores del PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano, tomaron la tribuna del Salón de Sesiones del Senado, para exigir la elección de los comisionados y comisionadas del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).


Ya en la madrugada del 29, en la sala de Xicoténcatl, los legisladores de Morena sesionaron y aprobaron las 20 reformas que la Cámara de Diputados aprobó el miércoles 26. Estas reformas implican temas importantes de interés nacional. Sin embargo, fueron procesadas, prácticamente, en tiempo récord (fast-track): cada reforma se aprobó en sólo 10 minutos. Un hecho histórico que demuestra cuán peligroso es tener en el poder a una fuerza partidista, sin tener la oposición necesaria.


Además del pobre análisis y valoración, que se implicó en estas decisiones, llama la atención el fracaso de ciertos programas que fueron propuestos por el presidente de la República, como es el caso del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), que nació en 2019 para remplazar el Seguro Popular. Ahora, la responsabilidad del proyecto de sistema de salud del presidente, que pretende que sea igual o mejor que el de Dinamarca, caerá en manos del IMSS-Bienestar, pero sin darle las herramientas necesarias para atender esta tarea.


La oscuridad se asienta en la vida política y social, cuando no existe esa sinergia entre dos fuerzas, que traigan luz para los intereses públicos. Lo que ocurrió este 29 de abril, parece una metáfora de cómo se manejan las cosas en la presente administración nacional: mientras nadie los ve; sin aceptar los errores, públicamente, y tomando decisiones por capricho, sin un arduo análisis. Eso último, es la misma causa de que el INSABI desaparezca ahora. Pareciera que se implementan proyectos improvisados.


De cara a la próxima jornada electoral del 2024, cabría, como ciudadanos, reflexionar sobre lo fundamental de nuestro derecho al voto y lo que implica nuestra decisión ante las urnas.


Hay un dicho popular, más no ley, que dice que cada pueblo tiene el gobernante que se merece. No se trata de culpar al pueblo por un mal gobierno; más bien, un mal gobierno sienta las bases y las condiciones, para perpetuar políticas y sistemas.


No todo es condena para la administración actual, porque es verdad que no todo ha sido malo; pero es evidente que no es saludable, para nuestra democracia, darle todo el poder a un solo hombre.


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