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EDITORIAL

El 28 de agosto se celebra en diversos países, incluyendo México, el “Día del Adulto Mayor” o el “Día de Abuelo”. En México se considera Adulto Mayor a una persona que tiene más de 60 años, y se refiere a la etapa que suma todas las experiencias de la vida, y pasa por la mayoría de las metas familiares, profesionales y sociales. Pero también marca el inicio de una etapa, donde las personas presentan condiciones de vulnerabilidad física, social y económica.


Desde las antiguas civilizaciones, a este segmento de la población se le ha reconocido por su experiencia y sabiduría. Basta recordar culturas como la griega o la hebrea, en la que los ancianos ocupaban un lugar privilegiado en la toma de decisiones, al integrar los llamados Consejos de Ancianos. También en el Imperio Romano la figura de los ancianos fue relevante, tan es así que la figura del pater familias gozaba de un papel relevante en la toma de decisiones familiares.


En el México prehispánico, los ancianos eran muy respetados tanto por los mexicas como por los mayas. A ellos se les encomendaba la realización de varias ceremonias religiosas. Sus consejos se tomaban en cuenta para organizar a la familia, para tomar decisiones de guerra y en la imposición de sanciones.


Hoy en día no sucede esto, y en muchos países o localidades la condición de vida de un adulto mayor se torna difícil debido a pérdida de oportunidades de trabajo, actividad social y, en el peor de los casos, son excluidos o rechazados.


Algo importante, a tomar en cuenta, es que el envejecimiento de la población está a punto de convertirse en una de las transformaciones sociales más significativas del siglo XXI, con consecuencias para casi todos los sectores de la sociedad, entre ellos, el mercado laboral y financiero y la demanda de bienes y servicios (viviendas, transportes, protección social...), así como para la estructura familiar.


Los avances en la ciencia están generando cambios demográficos, y la evolución de las sociedades modifica las estructuras familiares. Por un lado, el grupo de adultos mayores está creciendo y con ello la demanda de atención de sus necesidades; por otro, las familias ya no están organizadas para cuidar a los ancianos.


Todo evoluciona y cambia. Sin embargo, nuestro mundo no es tan distinto al de nuestros abuelos; algunas cosas han cambiado (la moda, la tecnología, los servicios), pero las características de la condición humana, los sentimientos, los miedos y las dudas que enfrentamos son, en el fondo, las mismos que ya han enfrentado y superado nuestros mayores.


Se debe valorar que las personas mayores tienen mucho que decir, y pueden dar mucho a la vida de la sociedad. La tercera edad constituye la memoria de la comunidad y posee una visión completa de la vida, gracias a la experiencia.


Reconocimiento y admiración a nuestros adultos mayores, hoy que es un día para celebrar la vida; lo que ellos hacen es inspirar a todos a seguir avanzando, a poder dar nuestro mayor esfuerzo. Muchos se fueron antes…



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