
12 de abril.- Día Internacional de los Niños de la Calle
La celebración es una manera de denunciar y promover la atención, a la situación de desamparo a la que se enfrentan millones de niños en...
Esta semana, lejos del bullicio político o electoral, es importante reflexionar lo que se conmemora. Respetando, las creencias de cada quien, vale la pena analizar el profundo simbolismo filosófico que representa la Semana Santa.
La Pascua en el mundo cristiano marca el final de la cuaresma y se recuerda la muerte y resurrección de Jesús. Pascua en hebreo es PESAH que quiere decir “salida de la trampa” y también se puede traducir como “pasar más allá”. El pueblo judío celebra la fiesta de pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto, el día de la primera luna llena de primavera y ello porque el calendario judío es lunar, y el 14 de Nissan (marzo) siempre era la primera luna llena después del equinoccio de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario gregoriano moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.
En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, brindando por la liberación de la esclavitud del pueblo hebreo por el faraón de Egipto. Para el cristianismo, simboliza el paso de Cristo como vencedor de la muerte, el paso de la muerte a la vida.
Desde un punto de vista filosófico, la Pascua simboliza la liberación de la opresión, la liberación de la esclavitud, y más allá de todo eso liberarnos del cautiverio psicológico en el que vivimos hoy a causa del mundo desvalorizado que nos rodea.
El aspecto liberador de la Pascua tiene mucha relación con la vida misma. Es innegable la resonancia simbólica que esta palabra tiene desde el punto de vista filosófico pues alude claramente a la idea de pasar de un lugar a otro, significando el paso de las “tinieblas a la luz”, o de la ignorancia al conocimiento.
Conmemorar las Semana Santa es un proceso de Pascua permanente, debe ser el paso de las tinieblas a la luz; el triunfo definitivo del bien sobre el mal, el de la virtud sobre el vicio, de la verdad sobre el error, del progreso sobre el oscurantismo y de la libertad sobre la tiranía. Un trabajo alquímico arduo.
Debe ser una transformación, que no necesariamente dura una semana, sino que puede ser la vida entera. Empezando por separar la luz de las tinieblas y concluyendo con la resurrección. Una trasmutación basada en el autoconocimiento.
Significa que debemos morir a nuestro estado anterior, para renacer a otro estado del ser. Como una planta que debe morir, pero de esa misma semilla surge otra planta... Básicamente es la muerte interior del hombre viejo, que da paso al hombre nuevo, al hombre solar. Que el sol interior brote, y nuestra luz brille.
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