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EDITORIAL

El pasado lunes 4 de octubre, inesperadamente el planeta quedó parcialmente incomunicado. Resulta que se “cayeron” o dejaron de funcionar las redes sociales y de comunicación más usadas en el mundo y causó un verdadero colapso.

Sin duda, las redes sociales han evolucionado al punto de tener influencia en la actividad política, económica y social de los muchos países. Pareciera exagerada esta afirmación, pero al detenernos a mirar el comportamiento de las personas en estos medios, podemos notar la inmensa influencia de las redes sociales.


Las empresas, los políticos y los grandes líderes, saben del poder que tienen las redes sociales dentro de la sociedad, y han entendido que necesitan tener presencia en ellas para llegar cada vez más a sus seguidores. Es por ello que hoy en día desde las empresas más pequeñas hasta las multinacionales más grandes tienen presencia en redes. Lo mismo ocurre con las figuras públicas, tanto artistas, como políticos o grandes empresarios, quienes usan estos medios para tener una comunicación más directa con sus seguidores.


Las redes sociales también pueden servir como medio de escucha para saber qué está diciendo la gente o qué opinan de un gobierno, detectar crisis de reputación, saber qué piensan de una marca y hasta ser una fuente de información para la realización de estudios de mercado. Por ello que las redes sociales pasaron de ser sólo entretenimiento de jóvenes para convertirse en un canal de comunicación de suma importancia para diversos sectores de la sociedad.


Por todo ello, fue un hecho sin precedente, que WhatsApp, Facebook e Instagram “se cayeran” a nivel global por más de 7 horas, eliminando una plataforma de comunicación vital utilizada por más de tres mil millones de personas en todo el mundo. Es impresionante lo mucho que depende la humanidad de Mark Zuckerberg.


Además, este hecho, frenó la economía de miles de personas en México y el mundo. Quienes reciben ingresos a través de ventas en estas aplicaciones. El colapso alteró las comunicaciones de millones de personas.

Como toda herramienta, las redes sociales son un arma de dos filos. El flujo de información, en doble sentido, facilita también la capacitación, la educación, y desde luego, la comunicación. Sin embargo, la influencia ha crecido tanto, que también se han convertido en un artículo que genera dependencia, des-socialización, aislamiento, adicción y hasta suicidios, cuando les han quitado el teléfono a jóvenes enajenados. Además, paraíso de introvertidos y foro de timoratos.

No cabe duda que nos hemos hecho dependientes, en muchos aspectos de la vida, de esta tecnología que ha venido a sustituir hasta las relaciones humanas y a cambiar las conductas. Sin embargo, tiene sus puntos débiles, al grado de que, una falla, paralizó gravemente las interacciones de comunicación en todo el mundo.




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