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EDITORIAL


El próximo 1 de diciembre, se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA, enfermedad que sigue vigente y que hay que procurar y promover su prevención.


La pandemia del COVID-19 causada por el coronavirus SARS-CoV-2 ha provocado un duro golpe a la salud mundial y una crisis económica sin precedentes, pero también ha originado que otras epidemias o pandemias queden en segundo plano y se reduzcan los esfuerzos para erradicarlas, como el VIH.


En México, el primer caso de SIDA o síndrome de inmunodeficiencia adquirida se reportó en 1983. Según datos del Centro Nacional para la Prevención del VIH y el SIDA (Censida), en México hasta el año 2020 se registraban unos 301 mil 182 personas con infección por VIH las cuales se encuentran en el registro de vigilancia epidemiológica: el 59 por ciento se encontraba con vida, 36 por ciento ya habían fallecido, y el 5 por ciento se desconoce su estatus actual.


Además, México ocupa el segundo lugar en América Latina en cuanto a número de infecciones, después de Brasil, pero en términos de prevalencia se ubica en el lugar 23. En México hay cerca de 200 mil personas con VIH que reciben tratamiento y atención al cien por ciento por parte del Sistema Nacional de Salud.


El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) infecta las células del sistema inmunitario y las destruye o trastorna su funcionamiento, lo que acarrea el deterioro progresivo de dicho sistema y acaba produciendo una deficiencia inmunitaria, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.


Se habla de inmunodeficiencia cuando el sistema inmunitario ya no puede cumplir su función de combatir las infecciones y otras enfermedades. El SIDA representa las etapas más avanzadas de la infección por el VIH. Se define por la aparición de alguna de más de veinte infecciones oportunistas o cánceres vinculados con el VIH.


El SIDA se puede transmitir por las relaciones sexuales sin protección con una persona infectada; por la transfusión de sangre contaminada; y por compartir agujas, jeringas, material quirúrgico u otros objetos punzocortantes. La madre puede transmitirle la infección al hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia.


Este periodo puede variar mucho de una persona a otra. Si no se da tratamiento, la mayoría de los infectados por el VIH presentan signos de enfermedad al cabo de 5 a 10 años, aunque el periodo puede ser más breve.


El tratamiento con antirretrovíricos puede hacer más lenta la evolución porque evita la multiplicación del virus y, en consecuencia, disminuye la cantidad de virus presente en la sangre del individuo infectado.


En México y desde 2003 todos los pacientes con VIH/SIDA tienen acceso gratuito a estos medicamentos en el país.






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