La historieta mexicana o cómic, surgió porque la gente quería conocer historias, algo que sustituyera los relatos de los abuelos, los corridos o las leyendas; historias de los años treinta y cincuenta, del siglo pasado. Eso le dio a la población mexicana qué leer, de forma masiva.
Era común que estas historietas salieran a la venta los domingos, como La familia Burrón, Kalimán, Lágrimas y Risas, El Santo, entre muchas otras. Su costo era de un tostón. Eran muy accesibles para la mayor parte de la población; se dice que, entre ocho y diez millones, eran los lectores de este tipo de formato en México.
La primera historieta con realismo, aparece en 1936, es el Águila Blanca, de Alfonso Tirado. La década de los cuarenta sería la época de oro del cómic mexicano, con Memín Pinguín, en 1945, de Yolanda Vargas Dulché, como insignia. Otras fueron: Tawa, El Hombre Gacela y Lágrimas y Risas, que se adaptaría a la televisión. La Garrapata, Los Supermachos, que se convertiría en Los Agachados. En 1965 sale Kalimán, el hombre increíble, que se vendió durante 26 años. También estaban Alma Grande, El Payo, Casos de alarma, Hermelinda Linda, etc.
Yolanda Vargas Dulché, argumentista excepcional, cantante y dramaturga, fue una de las escritoras más leídas en México. Sus argumentos publicados en la revista “Lágrimas, risas y amor” fueron adaptados para cine y televisión. Vargas Dulché fue célebre, principalmente por la historieta Memín Pinguín.
Se le dio el título de "Reina de las Historietas", con el que se conoció hasta su muerte. Comenzó su carrera de escritora en 1941, cuando tenía 16 años. Entre sus éxitos, tuvo la revista “Lágrimas y Risas”, donde vieron a la luz historias como El Pecado de Oyuki, Yesenia, Ladronzuela, María Isabel, Gabriel y Gabriela y Rubí. Sus historias brincaron a la televisión y al cine. Se hicieron populares en países como Filipinas, Japón, Italia, Colombia, Estados Unidos y China. La afamada escritora, Yolanda Vargas Dulché, falleció el 8 de agosto de 1999.
