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En tránsito - Jesús Ricaño Herrera

Sin miedo.-



El miedo es en esencia una emoción básica y primaria, se trata de una emoción desagradable, nos hace sentir mal, tenemos la necesidad de alejarnos de la fuente de alarma. Es pues un mecanismo de defensa, cumple un papel fundamental, la supervivencia depende de esa sensación de temor, desconfianza o incomodidad ante una potencial amenaza.


El miedo acompaña al ser humano por algo, aunque dentro de la cultura buscamos extirparnos el temor (“El que no arriesga, no gana”) no se puede negar que es parte vital del instinto de conservación, el miedo nos ayuda a sobrevivir, a pensar dos veces acerca de ciertas maniobras.


Tenemos miedo a los ruidos fuertes, miedo a morir o ser heridos, miedo a sufrir, a envejecer y a estar solos; al mismo tiempo tememos fracasar, que los demás nos crean débiles o poca cosa. El miedo exagerado es un problema, al igual que la ausencia de temor.


Ahora, sin miedo, nos convertiríamos en entes suicidas, incapaces de atender los peligros y desdeñando toda clase de advertencias, señales o alarmas, pondríamos nuestra existencia en peligro en ocasiones por nada; el miedo tiene utilidad, pero es también un obstáculo para el éxito, es evidente que hay millones de personas (hombres y mujeres) entrenando a diario para combatir al miedo, apelan a las metas impuestas por la cultura superficial, en cualquiera de las plataformas de influencia e ingeniería social se describe al temeroso como cobarde y al temerario como héroe.


Pues bien, sospecho que con el agresivo bombardeo en las últimas décadas de modelos apologéticos del peligro, tenemos en nuestras comunidades unas generaciones que desprecian al riesgo, damas y caballeros que viven con prisa, padeciendo problemas con la autoridad, empoderados en sus capacidades económicas o en sus radicales ideas, armados de rebeldía desgarbada e intolerancia contra todo aquello que suene a antiguo o legal, así conducen automóviles, se hacen a la calle a pie, en bicicleta, motocicleta, coche, camioneta, camión o trailer, sin ética y sin moral.


Creen que el tránsito es una invaluable oportunidad de competir contra los otros conductores, luego demostrar sus dotes de rápidos y furiosos, aceleran, amedentran, invaden, coartan, obstaculizan y disfrutan convertir en un caos el derecho de paso ordenado. Estas personas no pueden darse cuenta de que pararse en medio de la calle habiendo espacio a 9 metros para detenerse sin obstaculizar la vialidad es una majadería para los que también tienen derecho a pasar, no son capaces de ser empáticos con la persona que intenta cruzar caminando, son indolentes con el ciclista que no puede ir al ritmo de la circulación, le acercan el automotor para que le dé un sobresalto. No tienen miedo a hacerse daño ni a dañar a los demás.


Un consejo buen lector, si usted ha dejado de sentir miedo al conducir o caminar, me parece que es hora de que abandone esas actividades, usted es un peligro para los demás. Le agradezco a usted el favor de su tiempo al leernos, no se distraiga, sigamos en tránsito. Comentarios a jojerihmx@gmail.com




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