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En tránsito.- Por: Jesús Ricaño Herrera

¿Por qué hay tanta ira en las calles?



La vía pública es un medio humano complejo lleno de contradicciones, hay reglas claras, muy simples que cumplir, se supone que es asunto de salud física, mental, espiritual, económica y social. Sin embargo, vemos de modo cotidiano que la gente se grita, las personas se agreden, se obstaculizan unos a otros, y hay venganzas a diario, autos ponchados, pintura rayada, espejos o cristales rotos y no fue el uso, la naturaleza o un accidente quienes destruyeron esas partes, fue el enfado de los usuarios de las peligrosas calles del entorno común.

Esta compleja pregunta tiene desde la perspectiva que he estudiado desde hace más de 25 años, varias respuestas, amable lector, le pido disculpas por el limitado esfuerzo que puedo hacer debido al espacio en este amable medio, pero siempre es mejor que no intentarlo. Venga, acompáñeme a hacer algunas indagaciones:

El auto es un sensor social que de acuerdo a los triviales cuantifica el estatus socioeconómico y el éxito en la vida de quien lo porta, por supuesto no necesariamente es así, pero bueno, sigamos, algunos que tienen autos caros creen que tienen derecho de paso en la vía por encima de los demás, obviamente, hay gente bastante decente en autos Premium, y hay mentecatos motorizados en vehículos austeros (recuerde lo que le comenté al inicio sobre la contradicción de este medio de la civilización humana). Al final el vehículo es una herramienta para hacernos la vida sencilla, sólo es eso.

Con fundamento en lo anterior, hay una competencia encarnizada por pasar antes que cualquiera, por estacionarse primero en las calles, luego, no es de extrañarse que se hagan o cometan todo tipo de abusos, apartados de lugar, pintas clandestinas de zonas exclusivas o zonas apócrifas de ascenso o descenso de personas con alguna discapacidad. En casos más graves, el uso ilegal de espacios por parte de todos contra todos, estacionamientos en lugares prohibidos, doble fila, en cocheras, sobre aceras, frente a escuelas, hospitales, iglesias o cualquier otro sitio donde se convoque a mucha gente.

Cada vez que una persona siente que el de enfrente le impide avanzar, en sus entrañas hierve el rencor pues le está coartando un derecho constitucional, el libre tránsito, cada uno de nosotros tiene emergencias, urgencias o una serie de metas en su cabeza, necesidades por atender, negocios por cerrar, tiempo medido, ese recurso no renovable que se gasta fácilmente con cada patán que usa su vehículo orillándonos a malgastar ese tiempo nuestro en las calles, y que no es suyo, varados irremediablemente sin ir a ninguna parte. Es una altísima ofensa obstaculizar los planes de vida de una persona.

Ofende igual la escasa cultura de aquel que separa al centro de la calle para saludar a su compadre, amigo o conocido entorpeciendo la circulación, hiere mucho aquel que interpone sus intereses personales por sobre los intereses de los demás para bajar o subir a sus pasajeros en zonas no autorizadas pudiendo orillarse y habiendo espacio para hacerlo.

Qué me dice usted de esos peatones suicidas que no son capaces de hacer una seña o mueca que nos advierta que desean pasar, no, sólo se paran en las esquinas a esperar un milagro, aburridos y en honor a la temeridad se avientan a la zona de rodamiento esperando que alguna piadosa deidad nos avise con una divina señal para no pasarles encima.

Benditos ciclistas y motociclistas kamikazes circulando en sentido contrario, de noche y sin equipo necesario de iluminación, acechando sobre las banquetas pensando en sus temerarias mentes que las reglas son para los tontos, llevando a tantos como pueda resistir el esqueleto tubular de su vehículo, todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar, pero eso sí, los niños en medio de los grandes.

Estará usted de acuerdo conmigo, permanecer ecuánime, atento, amable, sereno o tranquilo al mando de un vehículo o caminando con todos estos atropellos es algo complicado, digno de monjes tibetanos u hombres santos.

Como diría Don Rubén Darío, en nombre del Padre del sacro universo los convoco a todos a vivir con respeto, tome sus precauciones y no se distraiga, le agradezco el favor de su tiempo al leernos, tenga buen día y buen trayecto. Comentarios a: jojerihmx@gmail.com

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