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Por Gilberto Medina Casillas
La palabra hipnotismo e hipnosis son derivadas del griego, a partir del verbo "hipnos" que significa dormir o soñar. El término fue acuñado por el neuro cirujano escocés, James Braid en 1842. El término propuesto inicialmente por Braid era un compuesto: ‘neuro-hypnotism’ (neuro hipnotismo) y él mismo propuso abreviarlo en ‘hypnotism’ (hipnotismo). Braid llamaba "sueño nervioso", a un “estado peculiar del sistema nervioso que se puede provocar artificialmente por atención fija y abstraída del ojo mental y visual en un objeto que no sea excitante por su naturaleza". Braidera consciente de que no se trataba de un estado de sueño propiamente dicho, sino algo muy distinto. Así, con el pasar del tiempo y las investigaciones, el término en su referencia etimológica: sueño; ha quedado obsoleto. De cualquier forma, se conserva en la actualidad como referencia.
Hoy día se define como: "estado de receptividad incrementada por la sugestión y dirección inicialmente inducida por la influencia de otra persona". Es el “estado de conciencia alterada, usualmente inducida artificialmente, en donde hay una focalización de la atención y mayor respuesta a sugestiones y comandos". Contrariamente a la creencia popular, la hipnosis no es sueño sino más bien una intensa concentración. Esos son los efectos del hipnotismo, pero ¿Cuáles son los secretos resortes que mueven la mente disociando la consciencia?
Los estudios de Braid tuvieron como antecedente directo a Franz Mesmer, que creía que estos estados especiales no estaban relacionados con el sueño, sino que eran producidos por una fuerza oculta que él llamaba "magnetismo animal".
El término 'mesmerismo' lleva el nombre de Franz Antón Mesmer, el pionero del mesmerismo en el siglo XIX. Utiliza principalmente acciones no verbales como la mirada, la fascinación, los pases (golpes) y otros métodos para instaurar el trance y afectar el campo energético del cuerpo.
El procedimiento implicó la aplicación de imanes en partes enfermas del cuerpo del paciente y la inducción de un estado similar al trance al mirar a los ojos del paciente, hacer ciertos "pases magnéticos" sobre él o ella con las manos. El referente mesmeriano está lleno de asombro, tejido con fantasías, magia y misterio. Para algunas personas, la hipnosis está asociada con la pérdida de control o con trucos escénicos.
Hay, en los procesos hipnóticos, un aire incierto, una causa desconocida, la sugestión, conocemos la palabra y sus efectos, pero en sí, el propio concepto ‘sugestión’ nos desconcierta. La sugestión, pues, es un factor que se infiltra en la ‘mente’ de las personas y se adueña de ellas; lo vemos cuando realizan conductas inducidas por un hipnotizador.
Hipnotizar a alguien sin su consentimiento se conoce como hipnosis encubierta. A pesar de que se alega que no hay nada impropio o nefasto al respecto, no sabemos hasta qué punto puede llegar una persona hipnotizada para realizar conductas inapropiadas o cometer delitos. La publicidad, aunque no es claramente hipnótica; usa la sugestión a borbotones para influenciar a las personas, sea para adquirir productos, crearles necesidades o conducirlos hacia decisiones de compra. Es el mismo objetivo que tiene la propaganda política, cuyos objetivos son ideológicos.
Más allá de los circos y espectáculos teatrales, la publicidad y la propaganda, la hipnosis es una técnica terapéutica en la que los médicos especialistas hacen sugerencias a las personas que se han sometido a un procedimiento diseñado para relajarlos y enfocar sus mentes. La hipnosis es un estado mental similar al trance en el que las personas experimentan una mayor atención, concentración y sugestión. Si bien la hipnosis a menudo se describe como un estado similar al sueño, se expresa mejor como un estado de atención enfocada, producto de la sugestión y fantasías vívidas (tenidas por el sujeto como reales).
Para terminar esta entrega reflexiva sobre la hipnosis y sus misterios e incertidumbres, me gustaría comentar acerca de una película del sueco Ingmar Bergman, ‘El huevo de la serpiente”. Voy a hacer una sinopsis: Berlín, en 1923, tras la derrota en la primera gran guerra del siglo XX, Alemania, enfrenta desempleo, depresión económica, el sentimiento de derrota, alcoholismo y la decadencia social de este belicoso país que, ya movilizado el nacional socialismo, enfrentará los años más difíciles tras el ascenso de Hitler. En este clásico de Ingmar Bergman, se transmite la idea de que la depresión económica y social, el miedo generalizado y la indiferencia ante la injusticia, permite a científicos sin ética usar a personas indigentes para sembrarles, a manera de lavado de cerebro, actitudes y conductas autodestructivas.
Hoy día, ya casi no oímos hablar de ‘mensajes subliminales’, ni instrumentos de sugestión masiva, pero el hecho de que no sean evidentes no quiere decir que no existan. En México la propaganda del gobierno incide en el pueblo, que es un rebaño social. El hipnotismo, los extraños mecanismos de la sugestión, revela una vulnerabilidad humana, en extremo riesgosa.
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