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Por Gilberto Medina Casillas
Tirano Banderas, subtitulada ‘Novela de tierra caliente’, es una novela publicada por Ramón del Valle-Inclán en 1926. Fue incluida en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX que hizo el periódico español ‘El Mundo’. Narra la caída del dictador sudamericano Santos Banderas, que dirige la región ficticia de ‘Santa Fe de Tierra firme’ de modo despótico y cruel. Se mantiene en el poder gracias al terror y a la opresión. La obra describe el comportamiento del tirano y el comienzo de un movimiento revolucionario que acabará por derrocarlo.
El ambiente refleja el escenario subdesarrollado, oscuro periodo de guerras intestinas, que más tarde, en los años 1950 se apoderará la empresa estadounidense ’United Fruit’, trayendo consigo el mote que hoy se les aplica a los países centroamericanos: repúblicas bananeras.
Lo que intento reflejar en esta entrega, es el carácter de Santos Banderas, el tirano, que es un hombre bragado, impositivo, narcisista, sociópata, a quien nadie debe contradecir, a riesgo de perder la vida. El tirano está rodeado de personas serviles, lambiscones y matones, que le veneran y obedecen sin chistar.
Vamos a acercarnos a nuestro personaje: “El Generalito acababa de llegar con algunos batallones de indios, después de haber fusilado a los insurrectos de Zamalpoa; Inmóvil y taciturno, apostado en el perfil en una remota ventana, atento al relevo de guardias. En el Perú había hecho la guerra a los españoles, y de aquellas campañas veníale la costumbre de rumiar la coca, por donde en las comisuras de los labios tenía siempre una salivilla de verde veneno. Desde la remota ventana, apostado en una inmovilidad impertérrita, está mirando las escuadras de indios soturnos, en la cruel indiferencia del dolor y de la muerte”.
Ahora veamos como Valle-Inclán contextualiza al tirano y a quienes le idolatran obsequiosos: “Santos Banderas se retiró de la ventana para recibir a una endomingada diputación de la Colonia Española: El abarrotero, el empeñista, el chulo del braguetazo, el patriota jactancioso, el doctor sin reválida, el periodista hampón, el rico mal afamado, se inclinaban en hilera ante la momia taciturna con la verde salivilla en el canto de los labios. Don Celestino Galindo, orondo, redondo, pedante, tomó la palabra y, con aduladoras hipérboles, saludó al Glorioso Pacificador de Zamalpoa:
Me congratula ver cómo los hermanos de raza aquí radicados, - se refiere a los españoles- afirmando su fe inquebrantable en los ideales de orden y progreso, responden a la tradición de la Madre Patria. Me congratula mucho este apoyo moral de la Colonia Hispana. Santos Banderas no tiene la ambición de mando que le critican sus adversarios; Santos Banderas les garanta que el día más feliz de su vida será cuando pueda retirarse y sumirse en la oscuridad a labrar su predio”.
Sin embargo, esta colonia le niega apoyo financiero, debilitando con ello su permanencia en el poder.
Fuera de su control, los revolucionarios se amigan, se organizan y se arman, marchando hacia el fuerte donde el tirano se atrinchera. Los rebeldes avanzan y el ejército del tirano se repliega y pronto la deserción cunde. Banderas ahorca quince desertores para amedrentar a sus tropas, pero igual, la deserción no mengua. Banderas queda solo, en su demencia va donde su hija y la asesina, para que no abusen de ella sus enemigos, es la paranoia que le consume. Sale de una sala y es acribillado. Su cabeza es exhibida en Santa fe, en Zamalpoa y como trofeo, hace gira por los pueblos grandes del país.
Don Ramón del Valle-Inclán prefigura en esta novela de tierra caliente, el despotismo militar que se dejará sentir a lo largo del siglo XX en Latinoamérica; adelanta, también, los levantamientos populares y el manejo de los intereses de las élites, aunados a los intereses trasnacionales. Exhibe una dictadura ramplona, sustentada en la violencia del ‘estado’ (muy al modo ‘el estado soy yo’) y la ignorancia de los pueblos. Pone en la balanza el autoritarismo, el abuso de poder y la traición de aquellos que se embozaban en conductas sumisas frente al poderoso y están prontos para cambiar de bando ante la caída del tirano.
Valle-Inclán parte de la experiencia de las revoluciones, soviética y mexicana, de principios del siglo XX, los movimientos populares en España, Alemania, Austria e Italia; sin embargo, logra trasladar su escenario a Centroamérica, Suramérica y el Caribe, en un estupendo análisis sustentado en la costumbrística latinoamericana, la cual estuvo plagada de cuartelazos en el siglo XIX y juntas militares en el XX.
A manera de resumen, la crítica española dice: ‘La acción, situada en un imaginario país americano, Tierra Caliente, transcurre a lo largo de tres días, tras los cuales caerá la dictadura del caudillo Banderas, personaje eje de la novela, que cataliza los diversos personajes y las diversas tramas de la obra.
Con todo, la acción central es mínima: el “coronelito” de la Gándara cae en desgracia ante el tirano, para salvarse huye de la capital ayudado por el indio Zacarías, el Cruzado, y se une al criollo ranchero Filomeno Cuevas, para dar el golpe revolucionario que triunfará y acabará con la vida de Banderas que, antes de morir, apuñala a su propia hija’.
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