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EXPRESSO CORTADO

LA REVOLUCIÓN ES LA REVOLUCIÓN

Gilberto Medina Casillas

 

A manera de introducción.

De una manera desproporcionada y con actores y opinadores no calificados, personas tiradas al ‘wokismo’ andan exhibiendo el espectáculo de medio tiempo del ‘Superbowl’ LIX como una ‘profunda’ critica al sistema, una diatriba al estatus quo, una sobrada descalificación al orden y modo de vida de la sociedad constituida con los constructos de finales del siglo pasado y vindicaciones éticas y morales plasmadas en las leyes e instituciones públicas. Las cuales los grupos ‘wokistas’ transformados en habilitadores del cambio de valores hacia una sociedad no más justa sino plena de ‘Laisse-le être, laisse-le passer’, (Dejar hacer, dejar pasar.) cuya aseveración los anarquistas adoptaron ya en siglo XIX como bandera a raíz de su proclamación, en la revolución francesa de 1789.

Algunos ociosos comentaristas han calificado al espectáculo del medio tiempo como ‘la toma de la bastilla’ del wokismo.

Este asunto que considero intrascendente en sí mismo refleja la puja de la ideología ‘woke’, lo cual, me ha llevado a tocar un tema histórico, las revoluciones de Rusia, China y México.

Al lector desapercibido lo remito a mi columna sobre la ideología woke publicada en este mismo diario en la anterior edición.

.   .   .

La frase "la Revolución es la Revolución" se inscribe dentro del contexto de la Revolución Mexicana (1910-1920) y el proceso de consolidación del régimen posrevolucionario. Es una expresión de resignación, pragmatismo y, en ocasiones, de justificación de los cambios y contradicciones inherentes a los movimientos revolucionarios y su institucionalización. Así mismo, refleja un desapego justificatorio que implica que algo sucede en forma inevitable. Un ‘así es la cosa’.

En México nuestro referente es la revolución mexicana, asunto que dominó la narrativa gubernamental durante sesenta años.

Daremos una revisión sucinta a las características de esta última, revolución política, que no social; y luego haremos algunas comparaciones.

 

Tres aspectos resaltan:

 

Su ambigüedad ideológica:

La Revolución Mexicana fue un conflicto complejo en el que participaron múltiples facciones con visiones distintas: liberales, anarquistas, zapatistas, villistas, constitucionalistas, huertistas, entre otros. Con el tiempo, muchas de sus aspiraciones quedaron diluidas en la institucionalización del régimen. La frase refleja la inevitable transformación de los ideales revolucionarios en pragmatismo político.

 

Justificación del cambio y el desorden:

Durante y después del conflicto, la Revolución sirvió de argumento para justificar decisiones arbitrarias, giros ideológicos e incluso traiciones. En este sentido, la frase se usa como una especie de tautología que implica que no hay más razón que la propia dinámica revolucionaria.

 

El régimen posrevolucionario y la institucionalización del PRI:

Tras la Revolución, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), luego Partido Revolucionario Institucional (PRI), consolidó un régimen que justificaba su hegemonía en la narrativa revolucionaria. La frase puede interpretarse como un reflejo del discurso oficialista que legitimaba cualquier acción en nombre de la Revolución, sin importar su coherencia con los principios originales.

Volviendo a la frase ‘la revolución es la revolución’, examinemos los usos y aplicaciones de la frase que da nombre a esta columna:

En política:

Se usa para señalar la inevitabilidad del cambio, incluso si este es contradictorio. Se podría aplicar cuando un gobierno o movimiento político toma decisiones inesperadas, argumentando que son parte del proceso natural de la transformación.

En la vida cotidiana:

Se emplea de manera irónica o resignada cuando un proceso parece fuera de control, pero se acepta como parte de su propia lógica.

En la cultura popular:

Ha sido usada en cine y literatura para reflejar la resignación de personajes ante la volatilidad de la política mexicana. También puede tener un matiz fatalista, indicando que las revoluciones, por su propia naturaleza, terminan devorando sus propios principios.

En suma, "la Revolución es la Revolución" encapsula la naturaleza cíclica, contradictoria y, a veces, autolegitimadora de los procesos revolucionarios en México.

Pero la Revolución Mexicana, así, con mayúsculas pues se le ha dado la categoría de ente; es una revolución política, cuyas reivindicaciones sociales quedaron interrumpidas mientras los grupos conducidos por caudillos se ocupaban en tomar el poder, sujetando todos los hilos de la gobernabilidad.

 

A continuación, intentaré de la forma más sencilla y clara, contextualizar los movimientos revolucionarios para caracterizarlos después.

Los procesos revolucionarios de Rusia (1917), México (1910-1920) y China (1911-1949) comparten características estructurales similares, ya que fueron impulsados por conflictos sociales, económicos y políticos, además de estar influenciados por ideas revolucionarias modernas. Sin embargo, cada una tuvo particularidades debido a su contexto histórico y cultural. A continuación, te presento una comparación y relación entre ellas:

1. Contexto y causas comunes

Las tres revoluciones surgieron en sociedades agrarias con estructuras de poder tradicionales y una enorme desigualdad socioeconómica.

Revolución

Causas económicas

Causas políticas

Causas sociales

 

 

 

 

Mexicana (1910-1920)

Concentración de tierras en manos de hacendados y compañías extranjeras, explotación laboral.

Dictadura de Porfirio Díaz (1876-1911), ausencia de democracia.

Desigualdad extrema, despojo de tierras indígenas y campesinas, (Ley Juárez) y represión de movimientos obreros.

China (1911-1949)

Crisis agrícola y opresión de campesinos, dominio económico de potencias extranjeras.

Caída de la dinastía Qing, guerra civil entre nacionalistas y comunistas.

Amplia población rural empobrecida, conflictos entre señores de la guerra y falta de unidad nacional.

2. Fases y desarrollo

Cada una de estas revoluciones tuvo fases diferenciadas, que incluyeron cambios de liderazgo, guerra civil y reformas estructurales.

Revolución

Primera fase

Segunda fase

Tercera fase

Rusa

Revolución de Febrero (1917): caída del Zar, gobierno provisional de Kerenski.

Revolución de Octubre (1917): Lenin y los bolcheviques toman el poder, socialización de la economía.

Guerra Civil (1918-1922): bolcheviques contra "blancos", triunfo del comunismo.

Revolución Primera fase Segunda fase Tercera fase

Mexicana

Inicio en 1910 con Madero contra Díaz.

Lucha entre facciones revolucionarias (Zapata, Villa, Carranza, Obregón).

Constitución de 1917 y consolidación del Estado posrevolucionario. Toma del poder por Obregón.

China

Revolución de 1911: caída de la dinastía Qing, República de Sun Yat-sen.

Guerra civil entre nacionalistas (Kuomintang) y comunistas.

Triunfo de Mao Zedong en 1949, fundación de la República Popular China.

3. Ideologías y liderazgo

Si bien las tres revoluciones fueron influenciadas por ideas socialistas y nacionalistas, sus liderazgos y objetivos variaron:

  • Revolución Rusa: El marxismo-leninismo fue la base del nuevo Estado socialista, liderado por Lenin y luego por Stalin.

  • Revolución Mexicana: Fue una revolución heterogénea con corrientes liberales (Madero), agraristas (Zapata) y nacionalistas (Carranza). La Constitución de 1917 estableció reformas laborales, agrarias y sociales.

  • Revolución China: Comenzó con un carácter republicano (Sun Yat-sen), pero terminó con el establecimiento de un régimen comunista liderado por Mao Zedong, inspirado en una variante del marxismo adaptado al campesinado.

4. Impacto y consecuencias

Aunque sus procesos fueron distintos, todas estas revoluciones llevaron a cambios profundos en sus sociedades:

Rusia: Se consolidó un Estado soviético (socialista) que influyó en la geopolítica mundial con la creación de la URSS.

México: Aunque no fue socialista, la Constitución de 1917 estableció derechos laborales y agrarios que inspiraron movimientos en América Latina.

China: Se estableció un modelo comunista que sigue vigente, con una transformación social radical.

Las tres revoluciones surgieron en contextos de crisis política, social y económica, con una fuerte participación campesina y un proceso de lucha prolongado. Aunque solo Rusia y China terminaron con regímenes socialista y comunista, respectivamente, México implementó cambios sociales y económicos de gran calado, con un Estado fuerte que marcó el siglo XX en América Latina.

Las revoluciones: bolchevique (1917), china (1949) y mexicana (1910-1920) compartieron la lucha contra sistemas opresivos y la búsqueda de transformaciones profundas en sus sociedades.

Veamos sus aspectos y características políticas, económicas y sociales, más destacables.

1. Revolución Bolchevique (Rusia, 1917)

Políticas:

  • Derrocamiento del zarismo y fin del régimen autocrático de los Romanov.

  • Toma del poder por los bolcheviques, liderados por Lenin.

  • Establecimiento de un Estado socialista con partido único (Partido Comunista que devendría el Soviet supremo).

  • Nacionalización de tierras, fábricas y bancos.

  • Constitución de 1924, que consolidó la Unión Soviética (URSS).

Económicas:

  • Supresión de la propiedad privada, instauración de la economía planificada.

  • Colectivización de la agricultura bajo el control del Estado.

  • Creación de la Nueva Política Económica (NEP) en 1921, que permitió cierto nivel de iniciativa privada para reactivar la economía tras la guerra civil.

  • Desarrollo industrial acelerado, con un énfasis en el sector pesado.

  • Adopción de la planificación económica en planes quinquenales.

Sociales:

  • Igualdad legal entre hombres y mujeres, con acceso a educación y trabajo.

  • Eliminación de la aristocracia y supresión de la Iglesia como poder político.

  • Expansión del alfabetismo y acceso a la educación universal.

  • Persecución de opositores políticos y censura bajo Stalin.

2. Revolución de Mao Zedong (China, 1949)

Políticas:

  • Caída del gobierno nacionalista del Kuomintang de Chiang Kaishek.

  • Creación de la República Popular China en 1949, bajo un modelo comunista.

  • Partido Comunista Chino (PCCh) como único partido y líder del Estado.

  • Reformas agrarias y centralización del poder en Mao Zedong.

  • Implementación de planes como el Gran Salto Adelante (1958-1961) y la Revolución Cultural (1966-1976).

Económicas:

  • Nacionalización de la industria y eliminación del mercado privado.

  • Reforma agraria con colectivización de la producción.

  • Planificación centralizada de la economía con énfasis en la autosuficiencia.

  • Eliminación del sistema feudal y fin de los privilegios de terratenientes.

  • Campañas de alfabetización y educación en el campo.

  • Control estatal de la vida cotidiana y represión de la oposición.

  • Aumento del papel de las mujeres en la sociedad, con acceso a trabajo y educación.

  • Movimientos de reeducación masiva y persecución de disidentes durante la Revolución Cultural.

 

3. Revolución Mexicana (1910-1920)

Políticas:

  • Fin de la dictadura de Porfirio Díaz (1876-1911).

  • Gobierno de transición con Francisco I. Madero, pero fue derrocado en 1913.

  • Guerra entre facciones revolucionarias (Zapata, Villa, Carranza, Obregón).

  • Promulgación de la Constitución de 1917, con avances sociales y laborales inéditos.

  • Establecimiento del sistema político posrevolucionario, con el PRI (Partido Revolucionario Institucional) dominando gran parte del siglo XX, sustentado en las fuerzas militares coadyuvantes.

Económicas:

  • Reforma agraria con reparto de tierras a campesinos, inspirada en el Plan de Ayala de Emiliano Zapata.

  • Nacionalización del petróleo en 1938 con Lázaro Cárdenas.

  • Protección de los derechos laborales y creación del salario mínimo.

  • Combate a sindicatos independientes y asesinato de sus líderes.

  • Desarrollo del sector industrial en el siglo XX bajo un modelo de economía mixta.

Sociales:

  • Mejora en derechos laborales (jornada de 8 horas, prohibición del trabajo infantil).

  • Reivindicación de los pueblos indígenas y su derecho a la tierra.

  • Expansión de la educación pública y la cultura nacionalista.

  • Fortalecimiento del papel del Estado en la vida social y económica.

 

Las tres revoluciones transformaron profundamente sus países, acabando con sistemas políticos autoritarios y proponiendo nuevas estructuras de gobierno. Mientras que la revolución bolchevique y la china establecieron regímenes socialista y comunista, la mexicana creó un Estado nacionalista con una economía mixta. Sin embargo, todas impulsaron reformas agrarias, expansión de la educación y modernización del Estado, aunque con diferentes niveles de éxito.

 

Esta revolución política mexicana se centró en el cambio de las estructuras del Estado y el poder político.

No se debe catalogar como una revolución social, éstas buscan una transformación más amplia y profunda de la sociedad en su conjunto, incluyendo sus estructuras sociales, económicas, culturales y filosóficas, cosas que en México no ocurrieron.

La Revolución Mexicana, mitificada por gobiernos militares es, de manera evidente, esencialmente política; pero cabe decir que lo gobernanza obligó al poder hegemónico a suplir varias de las necesidades manifiestas de la población, en materia educativa, de trabajo, de la tenencia de la tierra, de salud pública. El orden y el progreso, como se solía decir a la mitad del siglo XX.

Para concluir esta entrega debo decir que el poder político militar prevaleció hasta el año 1982 y la función de ejército nacional mexicano era y sigue siendo menguadamente, reprimir cualquier viso de insurrección popular y dada su organización, ayudar a la población abierta en los desastres naturales.

Sin embargo, desde 2018 las cosas han cambiado, la colusión del gobierno del partido en el poder con el crimen organizado ha empoderado al crimen y con ello la violencia, dejando al ejército como un insolvente espectador y a los ciudadanos como víctimas endebles.

Y sí, el estado de indefensión de los ciudadanos, agudizado con la concentración del poder autocrático que ha hecho desaparecer al poder judicial y controlar de manera absoluta al legislativo; destruir los organismos autónomos y tomar por asalto la narrativa política. Incluso amordazando al INEGI y falsificando las estadísticas como lo demostró la presidente Claudia S.P. cuando aseguró que el desempleo se hallaba por debajo del 3% del total de la población económicamente activa.

Vivimos una calamidad de gobierno, pero ‘la revolución es la revolución’ y la regresión al inicio de los años setenta es ostensible.

¿Qué podrían los wokistas proponer para este México de hoy?



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