
12 de abril.- Día Internacional de los Niños de la Calle
La celebración es una manera de denunciar y promover la atención, a la situación de desamparo a la que se enfrentan millones de niños en...
Taoísmo.-
Fundador del taoísmo y autor del Tao Te Ching, fue Lao-Tsé, padre de una filosofía eterna, que sigue hoy igual de vigente que cuando él vivía. El pensamiento oriental no puede entenderse sin las enseñanzas de este filósofo, unas guías inestimables para vivir la vida de acuerdo a la naturaleza y alcanzar la serenidad del alma.
El Tao, traducido como “el camino” o “la vía”, el Tao es el orden innombrable, inmanente, del universo. La ley eterna que lo conecta todo: lo vivo y lo inerte, lo real y lo místico, lo concreto y lo abstracto. Las enseñanzas de Lao-Tsé nos llevan a comprender el Tao y vivir conforme a él.
Causa y efecto. Todo lo que vemos es fruto de la dinámica causa-efecto. El universo y todo lo que en él existe (tanto si lo conocemos como si no) está sometido a la mutación y el cambio perpetuo que establece el Tao. No podemos ignorarlo, y solo aceptándolo y viviendo conforme a sus reglas podemos vivir plenamente.
El yin y el yang, son dos conceptos que representan la dualidad y el continuo cambio que gobierna el Tao. Todo concepto, pensamiento u objeto, tiene un complemento opuesto a él, que existe, a su vez, en sí mismo y que es condición indispensable para definirlos a ambos: frío/calor, seco/húmedo, femenino/masculino, actividad/pasividad, etc. La forma más conocida de representar el yin y el yang es el famoso círculo divido en dos mitades curvilíneas (blanca y negra) con un punto de su opuesto en el interior. Se le llama Taijitu.
Tao Te Ching. Uno de los libros más famosos y antiguos de la historia, es la obra en la que Lao-Tsé explica el funcionamiento del Tao y la manera en que los hombres pueden adaptar su vida al mismo, para así vivir conforme a su naturaleza.
Vida virtuosa. Lao-Tsé establece una serie de virtudes que hemos de tener para vivir conforme al Tao, y entre ellas están: la piedad, la magnanimidad (es la grandeza y elevación del ánimo o bien una gran generosidad o liberalidad) la abnegación, la honestidad, la introspección, la inactividad y la enseñanza. También hay vicios que hemos de evitar, por ejemplo: la violencia, la codicia, los prejuicios y la aceptación de convencionalismos, tabúes y normas sociales sin averiguar si están en consonancia con el Tao.
La no-acción. Un principio taoísta que nos recuerda a los estoicos griegos. Lao-Tsé nos invita a aceptar lo que sucede a nuestro alrededor y a no intentar dominar el mundo. Este se rige por el Tao, que es perfecto, y está lejos de nuestro control. Si intentamos dominar el Tao, lo perderemos.
Libertad. El ser humano ha de vivir libre, sin ataduras. Sólo de esa manera podemos vivir en armonía con el Tao y alcanzar la plenitud. Aquello que nos cuesta, que no nace de la pasión, es erróneo, según Lao-Tsé. El camino del Tao es fluido, fácil, porque está en consonancia con nuestra naturaleza. Si algo nos frena, es probable que debamos replantearnos nuestras premisas, puede que caminemos en la dirección equivocada.
Ausencia de dominio. Hemos de confiar en el Tao y dejar que siga su curso libremente. Somos nosotros los que hemos de adaptarnos a él y no al contrario.
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