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FILOSOFÍA CLÁSICA - Por Miguel Mora

Filosofía Pitagórica.-


Los pitagóricos practicaban una forma de vida que en algunos aspectos podía parecer contradictoria al resto de la sociedad. En algunos aspectos eran muy abiertos, por ejemplo en lo que respecta a la inclusión de las mujeres como miembros. En otros en cambio eran muy restrictivos: aunque cualquiera podía asistir a las discusiones científicas como oyente, solo los iniciados podían acceder a ciertos conocimientos de naturaleza más filosófica. Los miembros más adeptos rechazaban las posesiones personales y el consumo de productos de origen animal (como alimentos o ropa de lana) y practicaban la vida comunal.


La idea central del pensamiento pitagórico era que los números eran la esencia de todas las cosas, de ahí que la escuela se centrara en el estudio de las matemáticas y la geometría. Se considera a Pitágoras como el padre de estas dos disciplinas en el mundo griego.


Lo que ha trascendido de la doctrina pitagórica son sobre todo la matemática y la geometría, pero para sus practicantes estas tenían una dimensión mística detrás. A ciertos números y figuras se les atribuían cualidades especiales, una creencia que aplicaban a campos tan distintos como la astronomía, la música o la metafísica. Parte de ese conocimiento estaba reservado a los iniciados, puesto que tenía un componente casi mágico que consideraban que no debía estar al alcance de cualquiera.


“La idea central del pensamiento pitagórico era que los números eran la esencia de todas las cosas”


Los pitagóricos consideraban que las cifras y las figuras eran una clave para entender la naturaleza misma del universo. Así, por ejemplo, el símbolo secreto con el que se identificaban entre sí era el pentagrama, que representaba al ser humano con la cabeza y las cuatro extremidades; y el diez era considerado el número perfecto al ser la suma de los primeros cuatro (1+2+3+4=10) y poder disponerse en forma de pirámide.


Descubrieron, entre otras cosas, los números irracionales y los dodecaedros, y estudiaron en profundidad los triángulos y sus propiedades. En el campo de la astronomía sostenían la idea de que la Tierra era una esfera, aunque su modelo del cosmos (en el cual suponían que había un fuego central alrededor del cual giraban todos los cuerpos celestes) distaba mucho de la realidad.


En las artes, sus aportaciones más importantes fueron el estudio de los intervalos musicales y de las proporciones geométricas. Fidias, el gran escultor de la antigua Grecia, aplicó nociones del pensamiento pitagórico en las obras de la Acrópolis de Atenas y de Olimpia. Ya en el Renacimiento, se produjo una revaloración del pensamiento pitagórico en el campo artístico, especialmente en el dibujo, inspirando el desarrollo de nociones como la perspectiva y la proporción áurea que revolucionaron la pintura.




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