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Por si no lo sabías

Valente Salazar Díaz



¿Qué filosofía se necesita hoy? (Parte II)

En la pasada aparición de esta columna dejamos pendiente la discusión entre el cambio climático global y la deuda ecológica que debemos ya al planeta. Procediendo con este análisis vale la pena recordar primero que el cambio climático es un fenómeno recurrente en la historia de la evolución de nuestro planeta y ha estado siempre correlacionado con el desarrollo evolutivo de la vida misma.

Así por ejemplo, tenemos que en el periodo jurásico –cuando en la Tierra imperaron los grandes dinosaurios- el clima era tan favorable que el planeta casi entero habría tenido el aspecto de un gran invernadero con enormes bosques de helechos arborescentes y un aire con un porcentaje de oxígeno muy superior al que hoy conocemos; si bien se ha atribuido en las pasadas décadas a un gran cataclismo la desaparición de los dinosaurios y la detonación evolutiva de las aves y los mamíferos (el impacto de un enorme meteorito en las costas de la península de Yucatán), actualmente se discute si este solo evento pudo desaparecer a la mayor parte de la fauna y flora entonces presente, lo cierto es que la Tierra tuvo un enfriamiento climático que disminuyó primero la flora y en consecuencia la pirámide alimenticia de herbívoros y carnívoros que se sostenían de ella.


Esto ocurrió hace más de 65 millones de años, cuando simplemente faltaban más de 60 millones de años para que el primer humano existiera. En resumen, aunque las películas de ciencia ficción nos hacen soñar con mundos en los cuales se logre revivir aquellas especies ya extintas que motivan nuestra curiosidad e imaginación, la verdad es que un tiranosaurio, un mamut o cualquier otra especie del pasado remoto simplemente no podrían sobrevivir hoy en un ambiente para ellos totalmente distinto al que conocieron.

En este sentido la evolución no da marcha atrás ni sería posible forzarla en otra dirección que la que la propia naturaleza le señala en su devenir. En la actualidad el clima de la Tierra tiende hacia un calentamiento promedio global, que afectará a todos los fenómenos meteorológicos como lluvias, huracanes, tornados y cambios de tiempo atmosférico cada vez más violentos y marcados. Esto a su vez afecta tanto a la agricultura como a la ganadería y pesca de las cuales dependemos directamente para poder alimentar a la población mundial. Ya en regiones extensas del mundo, como el África subsahariana, desde

hace años ocurren sequías y en consecuencia hambrunas que diezman a la población humana y, sin ir más lejos, también en el Norte del País se ha prolongado hace meses una sequía que provocó la muerte de una gran cantidad de ganado, producto agropecuario principal en aquellos lugares.

Al iniciar esta primera parte de esta discusión preguntábamos ¿Qué es lo que no se puede cambiar? Pues bien, el cambio climático es precisamente aquello que no podemos cambiar o, más bien, evitar; el clima del planeta seguirá siendo gradualmente más caluroso y se calcula que un aumento de tres grados en promedio llegaría a provocar el deshielo de los polos, asolando las regiones que, como Holanda, se encuentran prácticamente al nivel del mar en más de la mitad del país. En México las zonas costeras tampoco estarían libres de este aumento en el nivel del mar.

¿Qué hacer entonces? La respuesta es simplemente adaptarnos. Esto se dice fácil pero implica un gran esfuerzo en muchos aspectos de nuestra vida personal y colectiva, lo cual significa un cambio radical en nuestros hábitos de consumo, pero orientado por una nueva forma de entender la relación entre nosotros y el ambiente que nos sostiene, así como también de mejorar nuestra conducta en sociedad.

Es una necesidad urgente modificar las tecnologías de producción agropecuaria para producir alimentos que puedan sostener a la actual población del planeta y a la vez hacer conciencia de que al ritmo actual de crecimiento poblacional no habrá superficie alguna que pueda llenar esta necesidad en el futuro. Necesitamos hoy un gran cambio actitudinal, que implica revalorar nuestra situación en el mundo y nuestro comportamiento ante él, y de esto hablaremos en la próxima entrega de esta sección. Por el momento les deseo un buen fin de semana.



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