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Por si no lo sabías .- Por. Valente Salazar Díaz

¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA?


Lapregunta que da pie a esta publicación no es fácil de contestar, ya que la Inteligencia –como muchas otras cosas importantes en nuestra vida- se puede ver reflejada en varios aspectos, y así tenemos que actualmente se habla de una inteligencia animal (que sí que existe), una inteligencia artificial (actualmente en boga debido al gran desarrollo en la tecnología de las últimas décadas) e incluso de diversos tipos o expresiones de inteligencias múltiples.

Para comenzar esta discusión podemos buscar una definición universal de lo que la inteligencia sea para nosotros; de esta forma podemos decir que la inteligencia es la capacidad de percibir o inferir información (entendida esta última como cualquier estímulo que se nos presente en nuestro entorno) y retenerla como conocimiento para aplicarlo a comportamientos adaptativos dentro de una situación determinada. Así, tenemos que ya desde un inicio la diversidad de estímulos que se nos presentan pueden ser tan diversos como un fenómeno natural -un rayo, la sensación de frío o de hambre- o una ecuación matemática y, asimismo, la retención de estos estímulos puede ser tan variada como memorizar un contenido teórico o aprender a ejecutar un instrumento, y su aplicación igualmente diversa de acuerdo a la situación que a nuestra mente se presenta como algún tipo de problema, ya sea el resolver una obra de ingeniería o buscar la cura de alguna enfermedad.

De lo anterior podría dar la impresión de que en realidad la inteligencia es algo muy vago o intangible que, teniendo resultados o no, los seres humanos aplicamos a cualquier evento. Sin embargo, existen ciertos rasgos que caracterizan a lo inteligente y lo distinguen de otras conductas mecánicas de nuestro organismo, como la respiración o la digestión.

En primer lugar destaca el hecho de que la inteligencia, junto con otras facultades mentales como los sentimientos, se encuentra estrechamente relacionada con el Sistema Nervioso Central, característico de los mamíferos. En este sistema de órganos el cerebro integra en distintas regiones –o lóbulos de la corteza cerebral- funciones como la vista, el habla, la capacidad de abstracción o la escritura. El desarrollo evolutivo del cerebro, desde los primeros Homínidos (Australopithecus) hasta el hombre actual (Homo sapiens sapiens) muestra una clara tendencia a tener un cerebro cada vez más grande, que en nuestra especie tiene una capacidad de unos aproximadamente 1.350 cm3, un peso de 1.500 gr y cerca de 20 billones de neuronas. Las células que forman al sistema nervioso -las neuronas- son altamente especializadas para transmitir a través de ellas pequeñas corrientes eléctricas, que son a fin de cuentas los impulsos nerviosos.

Puede sorprender el hecho de que los hombres de Neandertal -una especie relacionada pero distinta de nosotros- hayan llegado a poseer un cerebro de mayor capacidad y peso que el del hombre moderno, desapareciendo hace unos 40,000 años por efecto del cambio climático del planeta en aquel tiempo y la competencia por terrenos de cacería con nuestros primeros ancestros. Asimismo, el cerebro de los delfines actuales es bastante mayor que el de los humanos (llegando a pesar hasta unos 2000 gr) y se sabe con certeza que estos simpáticos animales poseen sistemas ultrasónicos muy complejos de comunicación entre sí y realizan sin adiestramiento alguno conductas de imitación de sus cuidadores humanos, como si quisieran establecer algún tipo de lenguaje mímico, por desgracia estos ultrasonidos son incomprensibles para nosotros, lo cual no deja de tener un cierto halo de encanto y misterio.

Volviendo a nuestro tema central –el de la inteligencia humana- tenemos también que algunas funciones cerebrales importantes se pueden ubicar, como ya se dijo, en los diferentes lóbulos que integran la corteza cerebral; tal es el caso de la escritura, que en nosotros está regulada por el hemisferio izquierdo del cerebro, o la vista, que se ubica en el lóbulo occipital; me parece necesario aclarar que buena parte de estos hallazgos han sido realizados al estudiar a sujetos que, por lesiones o traumas cerebrales, son incapaces de poder escribir o leer, o incluso de hablar, a estas condiciones se les conoce como afasias cerebrales. Sin embargo, es notable el hecho de que en algunos casos lesiones graves desde el punto de vista anatómico parecen no afectar a las funciones del cerebro, e incluso pueden “detonar” habilidades que se encontraban latentes en la persona afectada.

Por otro lado, las funciones más complejas de nuestro cerebro, tales como la imaginación o la emotividad, no se han podido explicar –y acaso jamás se logre hacerlo- mediante el estudio de las llamadas neurociencias. En este sentido la función compleja e integradora de nuestro cerebro permanece como un misterio a la fecha actual.

A lo largo de la historia de la medicina se han realizado grandes avances en el estudio de la función cerebral, destacando el Premio Nobel Ramón Santiago y Cajal, médico español que describió por primera vez la anatomía y función del complicado sistema nervioso central. O en el campo de la psiquiatría al doctor Sigmund Freud, creador del método psicoanalítico. Pero, como ya lo he mencionado, el universo de la inteligencia humana sigue siendo un territorio inexplorado aun hoy. Dada la extensión del tema me parece prudente realizar aquí una pausa para, en la siguiente publicación que los amables lectores recibirán, profundizar un poco en los nuevos enfoques sobre el estudio y desarrollo de las llamadas inteligencias múltiples, la discusión sobre el posible desarrollo de inteligencia artificial y cómo nuestra especie ha llegado a extremos nunca antes vistos en épocas pasadas al hacer uso de eso que llamamos Inteligencia.

Valente Salazar Díaz Colaborador

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