
6 de abril.- Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz
La ONU decidió proclamar este día, con el firme objetivo de concientizar acerca del papel que el deporte puede desempeñar en la promoción...
¿Qué filosofía se necesita hoy?
En la pasada aparición de esta columna comenzamos a analizar lo que los valores podrían ser para la Humanidad actual, aunque sin haber llegado aún a una definición muy clara de lo que se pueda considerar un valor. En este sentido podríamos decir que los valores son guías de conducta, que son establecidas por una determinada sociedad en un tiempo y lugar determinados, y que dado que son la guía que nos señala cómo actuar, y no las acciones en sí mismas, son intangibles. Podemos decir entonces, que la moral es el resultado de la observancia de estos valores.
Ahora bien, hemos dicho ya que la Humanidad necesita de un cambio actitudinal para hacer frente a los graves problemas, tanto sociales como ambientales, que hoy se nos presentan y en este punto cabe reflexionar en el sentido de lo que implicaría ese gran cambio.
Ya que los valores son intangibles no los podemos observar en sí, por lo cual no podríamos saber de antemano qué valores posee una persona o cómo los interpreta, pero recordemos que las actitudes son conductas que son observables y que manifiestan la ponderación de un valor. Se podría poner como ejemplo el observar a una persona que lee un libro sentada en un banco del parque; esta es una conducta (el leer) que es observable (puesto que está a la vista del transeúnte), pero de hecho no nos indica nada sobre sus valores propios pues al solo verlo no sabemos si lee por gusto, o por matar el tiempo, o por realizar una tarea, ni qué clase de lectura le atrae y cómo influye en esa persona. En cambio, si vemos a alguien que detiene su marcha para ayudar a un anciano a cruzar la calle entendemos que aquella persona siente respeto por la gente mayor, o por lo menos es solidaria con quien necesita ayuda, esto sí es una conducta actitudinal, pues nos demuestra algo más que la mera acción de ayudar a esa persona en particular.
De lo anterior podemos concluir, en primer lugar, que toda persona valora algo que está por encima de sí misma, en esto consiste su sistema de valores propio, que no necesariamente coincidirán con los del resto de la población y ni aun con los de sus seres cercanos. En segundo lugar tenemos que las actitudes son la manifestación expresa de esos valores y, por lo tanto, un cambio de ese sistema de valores se verá reflejado en el cambio actitudinal. Finalmente podemos afirmar que aun cuando son guías para la conducta social esto no significa que los valores de un grupo o pueblo sean del todo correctos, diversas sociedades a lo largo de la historia han sido seducidas por ideologías que las condujeron a ejecutar acciones horrendas en pro de un sistema nacional, religioso o económico que había perdido su sentido del bien y del mal; tenemos como ejemplo de esto último a las Cruzadas de la Edad Media, al partido Nazi en Alemania y en otros países seducidos por esa ideología a inicios del S. XX, al sistema soviético dirigido por un José Stalin que a la larga fue aún peor que el nazismo, o a la muy reciente invasión de Ucrania por el delirio de poder de un Vladimir Putin.
Es triste ver cómo, a pesar de dos mil años de Cristianismo, el Hombre sigue destruyéndose a sí mismo y al ambiente que en una ocasión prometiera ser su Jardín del Edén.
En la siguiente edición de esta columna abordaremos la naturaleza de los valores que hoy debemos alentar y algunos cambios actitudinales que nos permitan mejorar nuestra vida en sociedad. Por el momento agradezco su atención a estas reflexiones y les deseo un buen fin de semana.
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