
12 de abril.- Día Internacional de los Niños de la Calle
La celebración es una manera de denunciar y promover la atención, a la situación de desamparo a la que se enfrentan millones de niños en...
El pasado 29 de marzo de 2025 entró en vigor la prohibición de venta y promoción de comida chatarra en las escuelas de México, como parte del programa federal "Vida Saludable". Esta medida busca combatir los altos índices de obesidad infantil y juvenil, que afectan al 37% de los niños entre 5 y 11 años según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del INEGI.
Sin embargo, la normativa no impide que los estudiantes lleven estos alimentos desde sus hogares, lo que ha generado debate entre padres, maestros y especialistas en salud.
La nueva normativa prohíbe la venta de alimentos ultraprocesados dentro de las cooperativas escolares y tiendas en todos los niveles educativos, desde primaria hasta universidad. Entre los productos restringidos se encuentran refrescos, frituras, dulces, pasteles y botanas con altos contenidos de azúcar, grasas saturadas y sodio. Las instituciones que incumplan podrían enfrentar multas o sanciones.
Sin embargo, la Secretaría de Educación Pública (SEP) aclaró que esta prohibición no contempla la revisión ni confiscación de alimentos que los estudiantes lleven desde casa. Aunque algunos planteles han implementado medidas para retirar estos productos durante el horario escolar, los alimentos son devueltos al finalizar las clases sin sanciones para los alumnos ni sus padres. Especialistas en salud recomiendan alternativas nutritivas para reforzar el impacto positivo de la normativa.
A pesar de su implementación reciente, ya existen propuestas para modificar esta regulación. Un proyecto impulsado por la SEP busca permitir nuevamente la venta de ciertos alimentos procesados dentro y fuera de las escuelas bajo condiciones específicas. Esto ha generado críticas por parte de organizaciones que consideran que revertir la prohibición podría debilitar los esfuerzos contra la obesidad infantil.
En conclusión, mientras la prohibición marca un avance hacia entornos escolares más saludables, su alcance limitado respecto a los alimentos traídos desde casa evidencia desafíos en su aplicación.
Comments