
6 de abril.- Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz
La ONU decidió proclamar este día, con el firme objetivo de concientizar acerca del papel que el deporte puede desempeñar en la promoción...
En la anterior edición de esta columna hemos hablado sobre la definición de lo “latino” como una herencia de la cultura romana a través del latín vulgar, que era el usado por las clases populares del Imperio, y que posteriormente daría origen a las llamadas lenguas romances que hoy utilizamos en diversos países del mundo: el castellano o español, el portugués, el francés, el italiano y algunas otras más.
Antes de proseguir es preciso aclarar algunos términos, ya que a veces se confunde lo que es el lenguaje con el idioma o la lengua o ésta con el habla.
· El lenguaje es la capacidad de comunicarse, que va más allá de lo puramente escrito o lo verbal; así pues tenemos códigos visuales como las señales de vialidad y sistemas formales de comunicación como el sistema braille que usan los invidentes que forman parte del lenguaje.
· El idioma es un sistema de signos que se usa para comunicarse, como los alfabetos, reglas gramaticales y ortográficas. El español, el inglés o el ruso son idiomas.
· La lengua, por su parte, es el sistema de signos que se usa para comunicarse dentro de un grupo o población; los hablantes la emplean a través del habla, pero no pueden modificarla. Los dialectos son variantes regionales de una lengua.
· En cierta forma el idioma y la lengua son sinónimos, la única diferencia que podríamos señalar es que el idioma es de un nivel más abstracto o académico mientras que la lengua es más concreta y cotidiana. Así por ejemplo, la Academia Mexicana del Español reconoce oficialmente el vocabulario de este idioma, pero difícilmente encontraríamos una población que conozca, o siquiera utilice sin conocer su significado, todo este vocabulario.
· Por último, el habla es la expresión concreta e individual que los individuos usan para comunicarse, incluyendo el acento y los gestos paralingüísticos.
Ahora bien en la década de los años 70 en los Estados Unidos se introdujo el término “hispano” por la Oficina del Censo para designar a los latinoamericanos hispanoparlantes o que tenían al español como lengua materna; los términos "hispano" y "latino" en ocasiones son usados como sinónimos en aquel país, aunque existen diferencias entre ambos.
Obviamente se considera hispano a aquel individuo que proviene -o tiene antecedentes culturales- de un país donde se habla el español como lengua oficial. Ya desde este punto tenemos una imprecisión en el uso de ambos adjetivos como sinónimos, pues en primer lugar no todos los latinoamericanos hablan el español o lo tiene como idioma oficial. El país más poblado de Sudamérica es Brasil con más de 210 millones de habitantes cuyo idioma oficial es el portugués, en Haití, Guadalupe, Martinica, San Bartolomé, San Martín, y Guyana Francesa se habla el francés criollo por cerca de seis millones de habitantes, entonces nos encontramos con una gran cantidad de personas que siendo “latinas” no son propiamente “hispanas”.
Un aspecto más a considerar es el hecho de que en distintos países latinoamericanos e hispanoparlantes se ha transformado el castellano original introducido por los españoles durante la época colonial en dialectos del español, esto lo podemos constatar al comparar la forma en que hablan un argentino, un mexicano o un cubano con muy distintos acentos y modismos.
Finalmente observamos que tan sólo al interior de nuestra República en las distintas regiones o Estados existen también formas de habla características, por ejemplo: el acento de un yucateco es bastante característico y distinto del nuestro o del de un regiomontano.
Como hemos visto hasta aquí el concepto de lo latino es demasiado vago para tratar de abarcar toda la riqueza cultural que trata de incluir. Por el momento haremos una pausa, pues queda aún discutir algunos aspectos culturales de lo que se considera latino fuera de nuestras fronteras.
Les deseo a todos un buen fin de semana, estimados lectores.
Valente Salazar Díaz
Colaborador
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