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REFLEXIONES - Héctor Hernández Parra



Han pasado cincuenta años de aquel relato que escuché en el salón de la secundaria, hoy llamada Ignacio de la Llave. Mi entrañable maestra Elsa María Enríquez entre sus clases de inglés nos ponía al tanto de algunas cosas que estaban ocurriendo en nuestro entorno.


Entre otras la lectura de un libro donde se trataba un tema de supervivencia, de solidaridad, de amistad, de unión familiar. Se trata de los “Supervivientes de los Andes” escrito por Clay Blair Jr. Publicado por editorial Diana, un ejemplar de 318 páginas. Recuerdo que este libro lo encontraba en los anaqueles de Súper Chedraui en la calle de Lucio y Roa Bárcenas en Xalapa, con su portada azul y la foto de los jóvenes con los brazos levantados. Después de muchos años me decidí a comprarlo en un local de libros usados, tuve que ver la película mexicana con el mismo título del libro, para conocer los detalles de esta historia.


Es la experiencia de un grupo de 5 tripulantes y 41 pasajeros de los cuales 16 jóvenes deportistas sudamericanos que tuvieron un accidente aéreo en su intento por cruzar la Cordillera de los Andes, el objetivo era asistir a un partido de rugby.


El avión Fairchild de cuatro motores vuelo 571 perteneciente a la Fuerza Aérea Uruguaya despegó el 12 de octubre de 1972 del aeropuerto de Carrasco, Montevideo, Uruguay con destino en Santiago de Chile. Debido a las condiciones aterrizó como primera escala en Mendoza, Argentina.


Al otro día 13 de octubre el avión se estrelló en la Cordillera andina muriendo al instante 13 personas, un grave error de la tripulación: la confianza. La magnitud del viento sacudió a la nave confundiendo a la tripulación, el punto por donde atravesó la cordillera, un paraje conocido como Planchón requería maniobrar a una altitud determinada. Lamentablemente el avión fue arrastrado brutalmente sobre las montañas mucho más altas, modificando el rumbo, muy cerca del Volcán Tinguiririca. El impacto demoledor y las condiciones anteriormente descritas fueron las causas de la tragedia.


Las noticias, los telefonemas para los familiares y amigos representaron un golpe doloroso y el inicio de una larga espera. Roberto Canessa entonces estudiante de medicina con 19 años de edad y Fernando Parrado de 22, estudiante de Ingeniería Mecánica tuvieron la encomienda de salvar a sus compañeros. Una lección de vida donde inicialmente racionaron alimentos, golosinas, chocolates, hasta que apareció la terrible necesidad de consumir carne humana para sobrevivir. La obtención de agua potable se dio derritiendo la nieve al realizar una fogata incinerando billetes, utilizando espejos para reflejar los rayos solares.


La angustia los llevó a improvisar calzado, diversos implementos como lentes, trineos, a valorar las comunicaciones y enterarse que la búsqueda se había suspendido. Cada uno de ellos necesitó desarrollar sus capacidades, en Ingeniería, en diseño, en medicina, enfermería, etc. Un severo examen del destino, una prueba difícil, como premio o recompensa, la vida misma y todo lo que ello representa.


Iniciaron la hazaña de caminar hasta encontrar el río Azufre (Chile) avistaron un ganadero que cuidaba sus animales, su primera idea fue destazar una vaca y devorarla, idearon lanzar un mensaje escrito envuelto en una piedra, el SOS fue leído y devuelto para confirmar la identidad, asegurarse de que no eran maleantes, la fecha de aquel encuentro fue el 21 de diciembre. Al encontrarlos débiles, tambaleantes procedió a alimentarlos con 4 panes y 4 generosas raciones de queso. Al reanimarlos se dio a la tarea de comunicar que los jóvenes del accidente aéreo estaban sanos y salvos, hambrientos, barbones, famélicos. La siguiente etapa consistió en iniciar el rescate de sus compañeros quienes se encontraban dentro del fuselaje semi sepultado en la nieve. Sergio Catalán es el nombre de quien los encontró. La noticia de la presencia de los jóvenes de la tragedia fue circulando lentamente, fueron entrevistados una y otra vez en oficinas de las autoridades, gradualmente se organizó el rescate de los 14 restantes que jubilosos ya celebraban su retorno, se enteraron al escuchar un pequeño radio que los mantenía informados.


Rescatistas, enfermeros, radioaficionados, policías partieron guiados por Canessa y Parrado, en dos helicópteros, fueron recibidos por sus compañeros entre saltos de júbilo y lágrimas de felicidad. Únicamente sobrevivieron 16, varones todos, solo 5 mujeres iniciaron el viaje según la lista de pasajeros.


Roberto Canessa comenta en sus conferencias que el trabajo en equipo, la organización y la suma de talentos de todos hizo posible la convivencia, atravesaron todos los estados de ánimo. Fernando Parrado es un empresario y conferencista de Desarrollo Personal. Roberto Canessa es cardiólogo infantil y conferencista en temas de Liderazgo y Desarrollo Motivacional, ha escrito libros relacionados con su experiencia en los Andes, es Vicepresidente de la Fundación Corazoncitos donde atienden cardiopatías infantiles y donación de órganos para niños.





Correo electrónico aries02hp@gmail.com




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